
En los comienzos de The Who, Pete Townshend no pensaba mucho en una carrera solista. Componer para la banda, grabar discos y hacer giras ocupaba casi todo su tiempo y energía mental.
En 1972, sin embargo, lo convencieron de darle forma a Who Came First, una colección de rarezas y demos destinados solo a los oídos de amigos y seguidores de Meher Baba, que se lanzó una vez las versiones pirata ya habían inundaron el mercado. Cinco años después, Townshend se juntó con el bajista de Faces, Ronnie Lane, para grabar el álbum Rough Mix.
Recién en 1980, dos años después de la muerte del baterista de The Who, Keith Moon, el guitarrista finalmente accedió a crear el álbum en solitario Empty Glass. “Había una gran presión para liberarme creativamente de las limitaciones de solo escribir canciones para los Who, una banda que se había vuelto cada vez más egocéntrica y pomposa, y así permitirme cierto desahogo”, escribe Townshend en las notas internas de Studio Albums, una nueva caja de ocho CD que recopila toda su carrera fuera de los Who.
“Aunque estas son canciones en solitario, en mi opinión, todas podrían haber sido de The Who… No caigamos en la trampa de creer que me guardé temas. Nunca hice eso. Lo único que hice fue componer”.
Unos días antes de reunirse con Roger Daltrey y arrancar con los ensayos para un par de conciertos de The Who en el Royal Albert Hall de Londres a beneficio de la Teenage Cancer Trust, Pete se conectó por Zoom con Rolling Stone para hablar sobre su carrera solista. Pero como siempre sucede, la conversación se desvió hacia otros ámbitos.
John Entwistle hizo su primer disco solista en 1971. Roger Daltrey, en 1973. Keith Moon lo siguió en 1974. No hiciste el tuyo hasta 1980. ¿Por qué fuiste el último?
¡Porque estaba componiendo para los malditos Who, por eso!
Es una explicación bastante razonable. Las de The Who by Numbers estaban entre las canciones más íntimas y personales que habías compuesto. ¿Alguna vez se te pasó por la cabeza incluirlas en un disco solo tuyo?
No. Ese es un álbum interesante porque lo que pasó fue que le había mandado 35 demos de canciones a Roger, y él fue el que prácticamente seleccionó el puñado que al final grabamos con [el productor] Glyn [Johns]. Y varios temas, incluyendo “Empty Glass”, terminaron en mi álbum Empty Glass porque Roger los rechazó. Supongo que él no debe recordarlo exactamente así, pero así fue.
¿Se habrá echado atrás con cosas como “¿Cuántos amigos tenés?”, en las que básicamente te estás desahogando?
No, no creo. No sé qué habrá dicho Roger al respecto en el pasado. Recordá que también teníamos a un productor, Glyn Johns, que era un personaje bastante contundente y que nos guio en el proceso.
Saltando a Rough Mix, leí que Ronnie Lane quería componer con vos. ¿Por qué no te interesó probar eso?
Ya lo habíamos intentado, para ser justos. Éramos buenos amigos. Solía venir a mi estudio y hacíamos algunas cosas juntos. Supongo que era un poco celoso con mi tiempo. Realmente me encanta estar en el estudio y experimentar. No siento que sea muy buen colaborador, uno de esos músicos a los que les gusta mirar a los ojos del otro y conectar alma con alma.
Creo que mi proceso de escritura me ha ido sorprendiendo desde el principio. No estoy cien por ciento seguro de lo que hago cuando me dispongo a escribir. A veces empiezo con una frase pegadiza, a veces con una letra o poema completo. A veces puede ser una idea para un ensayo. Otras veces puede ser algún sonido raro de un sintetizador. Así que el tema de las colaboraciones en la música para mí ha sido limitado. The Who no era una banda colaborativa, salvo en el escenario. En el estudio, estábamos muy guiados por Kit Lambert, nuestro manager. Y no improvisábamos como sí lo hacíamos en el escenario. El único álbum de The Who en el que se escucha a la banda improvisar es Live at Leeds.
Cuando escribiste las canciones de Empty Glass, ¿pensabas en un disco solista?
Puede que un par de canciones, sí. La historia detrás de esto es que mucha gente cercana a los Who estaba preocupada por mi salud mental. Le echaba la culpa a la falta de apoyo emocional y creativa que recibía no solo de los miembros de The Who, sino también de Kit Lambert, que había sido mi gran aliado hasta ese momento. Y pensaron que era muy importante que pudiera expresarme como solista. No sé si tenían razón, para ser honesto. Creo que sucedió lo contrario. Al ofrecerme un contrato para una serie de álbumes en solitario al mismo tiempo que los Who firmaron su propio gran contrato discográfico, eso solo aumentó mis problemas de salud mental. Fue simplemente una sobrecarga de trabajo y presión.
Hiciste cuatro álbumes en tres años. Es mucho.
Hacía las canciones, las demos, la promoción de todo eso, y aún así continuaba con los shows de The Who. Recuerdo que uno de los chicos de Warner Brothers me llamó perezoso porque no hice una gira con [mi álbum en solitario de 1985] White City. Nunca me gustó mucho hacer giras, con o sin los Who, así que como artista en solitario, no iba a salir corriendo por un tour.
El período de The Empty Glass fue un período muy emocionante para mí. Lo recuerdo con mucho cariño. Rechacé una gran oferta de CBS. Me fui con Doug [Morris] en Atco. Me apoyaron muchísimo. Encontré un gran productor en Chris Thomas y me divertí mucho haciendo el disco, pero creo que la que sufrió fue mi familia. Es una de esas situaciones en las que, en cuanto mi proyecto solista me dejaba respirar, tenía que ocuparme de los Who. Y eso llevó a una decisión, que tomé en 1982, con el segundo álbum solista [All the Best Cowboys Have] Chinese Eyes, donde dejé a los Who. En cierto sentido, estaba culpando a The Who, o culpando el malestar general de la industria del rock. Eso fue un error. Debería haber dicho simplemente: “Escuchá, necesito más tiempo. Necesito tomarme las cosas con más calma”.
También estaba el hecho de que a los demás miembros de la banda les encantaba hacer giras y a mí no. Así que, en cierto sentido, había esta sensación de: “Oh, Pete se ha ido a su estudio a componer para el próximo álbum, y se tomará el tiempo que sea necesario”, como que me estaba dando un capricho. Mientras que yo lo veía como una manera de estar en casa, hacer mi trabajo y estar cerca de mi familia. Cuando llegaba a casa después de las giras con los Who, había un desastre emocional esperándome en la puerta de entrada. Hacer giras con los Who no era divertido. No fue una alegría. No era un ejercicio de rock & roll, Led Zeppelin, acostarse con vírgenes.
Cuando escucho la canción “Empty Glass”, no puedo evitar pensar que estoy oyendo a una persona bastante infeliz lidiando con problemas serios de adicción. ¿Cuánto de eso es mi proyección basada en lo que sé sobre tu vida, o realmente era un reflejo de tu dolor en ese momento?
No sé si lo reflejaba, pero salió del corazón. Además, desde 1966 o 1967, me estaba dando cuenta de que iba a embarcarme en lo que describo como un viaje espiritual. Sabía que tendría sus altibajos. Y esto no era algo que se pudiera tomar a la ligera. No era algo tipo: “Oh, voy a convertirme en un hippie, hacer meditación, profundizar en la atención plena y encender incienso”. Sabía que iba a ser difícil porque quería hacerlo bien. Y no era el paisaje más adecuado para intentar hacer tal cosa. En lugar de abrir la puerta de mi habitación de hotel e invitar a una hermosa groupie, las estaba echando y haciéndolas golpear la puerta hasta que las dejara entrar. Y luego las sentaba y les decía: “Escuchá, vamos a hablar, pero no me voy a acostar con vos”. Ese era el extraño estilo de vida que tenía. Eventualmente, ese mundo en el que intentaba equilibrar los valores espirituales en términos de comportamiento moral, me pesaba mucho.
Creo que “Empty Glass”, sin embargo, es una canción fantástica…. La idea de que te pongas desafíos justo en el momento en que más necesitás orientación.
Recibí orientación cuando era muy joven. Tenía 19 o 20 años cuando conocí a Kit Lambert. Era exactamente el tipo de persona que necesitaba. Era gay. No me trató como una mercancía, apreciaba mi talento. Me ayudó como editor, pero también como educador. Me ayudó a aprender sobre la vida, la sociedad y cómo funciona la industria. Me trató con el respeto más increíble. La industria del rock no me trataba así.
Lo principal fue que me di cuenta, después de escuchar unas cuantas canciones de Empty Glass, de que estaba haciendo un gran disco. Y cuando tenés esa sensación, es muy emocionante. Nada puede detenerte entonces.
¿Viste “Let My Love Open the Door” como un posible hit que conectaría con un público masivo o eso te sorprendió?
Sorprendió a Atco, pero no a mí. Supe que sería una canción exitosa desde el momento en que la empecé. Es muy alegre. No tiene mucho contenido, pero creo que por eso sabía que iría bien. Mientras lo interpretaba, me gustó cómo se sentía. Fue muy gracioso cuando le puse los temas de Chinese Eyes a Doug Morris. Me dijo: “¿Y dónde está ‘Let My Love Open the Door?’”. Y le dije: “Doug, vos intentaste que quitara ‘Let My Love Open the Door’ de Empty Glass. Dijiste que no era suficientemente rockera”.
Creo que fue Noel Gallagher quien lo dijo muy bien recientemente: “El público no sabe lo que quiere hasta que lo tiene”. No sabían que querían a los Beatles, no sabían que querían a los Stones. No sabían que querían a Bob Dylan. En cierto sentido, eso pasa con la música. No sabés que te va a encantar hasta que la escuchás.
Los viajes que hacés, la manera en que encontrás a los artistas y creadores que realmente amás, a menudo es un viaje torpe y lleno de tropiezos. Pero lo que mucha gente no se da cuenta es de que los artistas creativos, los músicos en particular… Elton John es un dolor de cabeza con eso, ¿verdad? Es un gran fan de la musicología. Parece que simplemente ama todo lo que anda por ahí. Hasta el punto de que su propia existencia es un abrazo a lo bueno de la industria musical. Todos somos fans. Escuchamos música.
Mucha gente escuchó “Rough Boys” y sintió que era básicamente tu salida del clóset.
Creo que fue eso, en cierto sentido. Creo que lo que se malinterpreta es el hecho de que alguna vez estuve en el clóset. Tuve algunas experiencias homosexuales y simplemente decidí que no era para mí. Pero ciertamente hubo un período en el que era un joven que salía con Chris Stamp y Kit Lambert. Miro atrás y me doy cuenta de que realmente quería ser gay, pero por todas las razones equivocadas. No por amor, un amor físico por los hombres, sino porque era genial. Porque era ilegal. Porque era peligroso. Esa canción surgió como un piropo hacia el… es interesante ahora, por supuesto, que los Village People digan que “Y.M.C.A.” no se trata sobre ser gay. Pero “Rough Boys” se burla de “Y.M.C.A.”. Básicamente, la idea de que nos vestimos con estos uniformes de homosexualidad, pero en realidad a lo que estamos atados es a la peligrosidad de eso. Los bordes de eso.
¿Por qué le pusiste al siguiente álbum Todos los mejores vaqueros tienen ojos chinos?
Creo que se trataba solo de la apariencia. Tenía una foto en mi mente de Clint Eastwood en una película. Y eso es todo. Solo se trata de una mirada. De intentar describir una mirada en un sentido poético.
“Slit Skirts” es mi favorita de ese disco. Empieza diciendo: “Tenía solo 34 años y todavía vagaba en la neblina”. ¿Te sentías viejo a los 34?
Sí. Creo que a todos nos pasa. Creo que es una de esas etapas de transición. Pensás que los 30 van a ser difíciles, y yo creo que lo son. Pero creo que los años previos a los 30 son terribles. Porque esperás que se cierre una puerta y eso no pasa. Y lo que realmente sucede es que estás en una trayectoria donde el próximo cumpleaños significativo va a ser el de 40, lo cual se siente, en cierto sentido, como estar en la mitad de la vida.
En ese momento estaba pasando el punk. Eso debe ser obvio para cualquiera que observe la forma en que operaba. Estaba molesto por dos cosas. Una, que era demasiado viejo para ser parte de eso, pero dos, ¡el hecho de que me habían robado mi maldita idea!
Es cierto.
The Who se suponía que se autoinmolaría en seis meses. En lugar de autoinmolarse decentemente y con honor y correrse del maldito camino, seguimos y seguimos y seguimos hasta el tedio. Actuando como unos malditos monos, rompiendo guitarras y sacudiendo micrófonos y haciendo la rutina de Keith Moon. Y lo que pasó con el punk fue que tomaron mi manifiesto original y lo pusieron en práctica.
Pero lo otro era que resonaba con los new romantics, donde me sentía lo suficientemente joven como para poder volver a hacerme el peinado de los tiempos de los mod. Soy una víctima de la moda. Crecí en un barrio mod y tenía un montón de amigos. Pero cuando los Who estaban en su fase mod, en la era de los High Numbers, muy al principio, me encantaba ser mod y me encantaba ser parte de eso. Pero fue muy breve. “Slit Skirts” era sobre la era new romantic. Se trataba de sentir que casi podría ser parte de eso, pero tenía literalmente un par de años de más para hacerlo. Esa sensación de estar avergonzado de lo que querés.
Chinese Eyes se lanzó solo unos meses antes de It’s Hard y la gira de despedida de The Who. No hubo muchos sencillos, ni siquiera “Slit Skirts”. Se perdió un poco. ¿Creés que, en retrospectiva, debería haberse archivado hasta 1983, cuando los Who dejaron de hacer giras?
No tenía esa opción. Tenía contratos. Mucha gente sentía que lo que necesitaba después de la muerte de Keith Moon era una carrera solista. Así que tuve una carrera solista, y resultó no ser lo mejor. No era lo que necesitaba. Estaba bastante contento componiendo para The Who. Lo que necesitaba era una mejor gestión del tiempo. No dos contratos discográficos juntos.
Cuando terminé Chinese Eyes, no hice rehabilitación. Quería dejar de tomar y usar drogas, y lo hice. Pero fui a terapia unos años. Decidí eso, y mi terapeuta estuvo de acuerdo, que lo mejor para mí era tomarme un tiempo fuera de los Who. Y se interpretó como si yo dejaba a los Who cuando hicimos la gira de 1982. Yo no dije: “Esta es la última gira”. Fue el manager de The Who. Y vendimos todas las entradas para una gira por estadios. No fue una decisión muy inteligente. Realmente debería haber protestado, pero no lo hice. Sentí que podíamos decir: “No me importa lo que diga el manager, no me importa lo que diga la compañía discográfica o el productor. Si queremos volver a juntarnos en una gira, lo haremos de puta madre”. Pero nos tomó mucho tiempo. Y tomó mucho tiempo porque la vida alternativa para mí, lo que encontré, trabajar como editor en Faber y poder reconstruir mi vida familiar, fue realmente genial. Tuve unos años tranquilos.
En las nuevas notas internas de la caja recopilatoria escribiste: “Le entregué los grandes escenarios a Queen y U2, y por supuesto a Bruce Springsteen. Eso no fue algo malo. Pero deberíamos haber sido parte de esos resurgimientos de grandes shows después del punk”. ¿Podés desarrollar esa idea?
The Who inventó el rock de estadios. Se lo regalamos. Nuestro timing fue terrible. Cuando hicimos el Live Aid, apenas podíamos tocar. Queen estaba en medio de una gira y se llevó todo el protagonismo, convirtieron el show en una publicidad para ellos mismos. Nunca aprecié a Queen, para ser honesto. Me gustaba ABBA, pero realmente no conectaba con la diversidad pop del catálogo de Queen. Soy un gran fan de Bruce, por supuesto, y un gran fan de U2, y estoy muy feliz de ver cómo asumieron su lugar en los estadios.
Pero con canciones como “Won’t Get Fooled Again” y “Baba O’Riley”, la clavé de puta madre. No hay duda. Y lo regalé. Pero sería incorrecto decir que me arrepiento, porque no es así. Tengo que mirar atrás y decir: “Bueno, lo que es, es”. Pero donde realmente nos afectó a todos fue financieramente, porque fue un momento en el que, en lugar de tocar en lugares como el Fillmore y en ocasiones en arenas, los grandes artistas estaban tocando consistentemente en grandes recintos.
Años después de que se separaran, John Entwistle dijo que estar en The Who era como tener un número de lotería ganador, pero no poder cobrarlo.
Creo que está bien dicho. Lo armamos y después lo abandonamos. Y, por supuesto, no éramos solo nosotros. Tuvimos mucha, mucha suerte de haber hecho ese primer gran concierto en un estadio, en Anaheim en 1976. Lo sorprendente fue que nadie había pensado en hacerlo. Podrías haber hecho algo así con Grateful Dead, podrías haberlo hecho con un montón de otras bandas, pero nadie pensó en hacerlo. Nadie pensó que hubiera una que pudiera captar la atención de un estadio de fútbol o un estadio de hockey sobre hielo. Y pudimos hacerlo. Pero una vez que se demostró, se convirtió en algo dado, y entonces ya cualquiera podía hacerlo. Pero sí, habíamos tenido dificultades para ganar dinero. Y también nos habían estafado de muchas formas, pero esa es otra historia.
Invertiste mucha energía en tu álbum solista de 1993, Psychoderelict. Incluso hiciste una gira para promocionarlo. ¿Por qué creés que no tuvo una gran repercusión?
Bueno, porque era realmente extraño. Estaba trabajando en la producción teatral de The Iron Man con Ted Hughes, y colaborando con Des McAnuff en un nuevo libro para la puesta de Tommy en Broadway. Quería tener mi propio pequeño y loco espectáculo teatral. Al principio comenzó como una obra para radio. Me metí un poco en un lío con eso, y estuve muy activo apoyando las producciones de Tommy, porque no era solo un espectáculo de Broadway, también era una gira por varios lugares. Mi viejo amigo de la secundaria Barney se involucró y me ayudó a convertirlo en una comedia. Como comedia, se volvió profundamente irónica, casi al estilo de Rey Lear. Funcionó muy bien en el escenario. Pero en el álbum, simplemente no. El hecho de que en el boxset tengas una versión con música y con la obra, y una versión sin, es una locura. Nunca se pretendió que fuera una colección de canciones. Se suponía que iba a ser una obra de teatro.
¿Por qué dejaste de hacer álbumes en solitario después de eso?
No sé si realmente dejé de hacerlo. Seguí componiendo. Nadie vino y me ofreció un contrato.
Cuando era adolescente en los 90, siento que The Who a menudo se mencionaba en la misma frase que los Beatles, los Stones y Led Zeppelin. Tengo la sensación de que eso ya no es así, y que los jóvenes no están tan al tanto de su trabajo. ¿Creés que es así? ¿Te importa?
Creo que tenés razón. Puede que no lo sepan, y no, realmente no me importa tanto. Creo que porque ahora estamos lidiando con una mitología, que ha sido alimentada por las redes sociales y por el streaming. Es un mundo vacío. Los Stones no se ayudan demasiado, ¿no? Creo que han hecho muchos discos realmente interesantes, que en cierto sentido han dejado de lado. Deshacerse de álbumes cuando sos una banda mítica no es un buen movimiento. Mi favorito de los Stones sigue siendo Aftermath. Brian Jones todavía estaba vivo y coleando y tenía ideas. Me parecía que estaban en un lugar creativo increíblemente interesante. Un poco tonto hippie, pero interesante. Los Beatles simplemente no duraron lo suficiente. Y lo mismo ocurrió con los Beach Boys. Una vez que los Beach Boys habían hecho Pet Sounds, podías tener una conversación con Brian Wilson: “Vamos, Brian. ¿Por qué no hiciste otro Pet Sounds? ¿Qué pasó, amigo? Lo que pasó es que me volví jodidamente loco, eso es lo que pasó”. Me pregunto si los chicos que piensan que Jimmy Page es el mejor guitarrista del mundo han escuchado Pet Sounds. No tiene que ver cómo tocás la guitarra, sino dónde comienzan y terminan los mitos.
Las entidades corporativas detrás de los Beatles y Zeppelin y muchas de estas otras bandas trabajan muy duro para mantener las marcas vivas con biopics, documentales, exposiciones en museos… Siempre están trabajando para mantener viva la llama. Parece que te interesa menos eso.
Me pregunto, sin embargo, si se trata de explotar las marcas. Esto se ve ciertamente con el musical de avatares de ABBA, como que hay que ver si se puede sacar algo más de ahí. Y un par de veces recientemente me preguntaron por qué esto es así. Paso tanto tiempo hablando de ello y enfocándome en ello, y tratando de sacar más provecho de cosas en mi carrera que siento que han sido descuidadas. Porque a medida que uno envejece, es más difícil tener nuevas ideas brillantes. Y entonces pienso, bueno, ya tengo algunas ideas brillantes que se me ocurrieron cuando tenía 25 años y que han sido descuidadas. Y creo que mucho del éxito de Quadrophenia, por ejemplo, se debe a que trata de una época que es muy, muy interesante sociológicamente. ¿Has visto la serie Adolescencia?
Todavía no.
Mi esposa y yo la vimos ayer. Fue producida y dirigida en episodios de una sola toma. Se trata de un joven que se mete en problemas. Y en el primer incidente en la comisaría, le piden que lo registren desnudo en presencia de su padre. Y su padre se niega. Lo interesante es que esta es una historia sobre un joven que se mete en problemas en la era de las redes sociales. Y luego mirás los antecedentes de eso que se remontan a mucho, mucho tiempo atrás, a Marlon Brando y James Dean y los primeros, primeros días de Elvis Presley. Son imágenes del tipo con la campera de cuero, tratando de hacerse el duro, pero en realidad luciendo un poco débil en cierto sentido, y comportándose de una manera débil. Esa historia no ha cambiado.
Lo que ha cambiado es en qué nos basamos, dónde comienza y termina la conversación. Lo que pasa ahora es que trazamos líneas. Cuando saqué este boxset… bueno, eso es un maldito chiste, porque yo no saqué esta caja. Ni siquiera sabía que iba a salir hasta hace unas cuatro semanas. Le vendí mi material solista a Universal, y ellos simplemente le están sacando provecho, de recuperar su inversión. Yo me compré un barco.

¿Qué sigue para The Who?
No tengo ni idea. Roger y yo estamos en nuestros ochenta; más allá de nuestros ochenta, en el caso de Roger. Cumplo 80 en mayo. Y acabo de tener un trasplante de rodilla, que no tuvo nada que ver con ser joven o viril. Tuvo que ver con un accidente de hace años. Ese tipo de cosas se vuelven más difíciles a medida que envejecés. Se vuelve más difícil recuperarse de una cirugía, recuperarse de tomar grandes cantidades de codeína y todo eso, la niebla mental que implica. Así que tenemos una lista de canciones. Las miramos y yo digo: “¿Cuáles son las fáciles?”.
Nunca tuve la oportunidad de verte tocar en solitario más allá de un par de shows cortos en Joe’s Pub hace años. Hay muchos fans como yo que han visto a The Who muchas veces, pero nunca te han visto cantar canciones como “Slit Skirts” y “The Sea Refuses No River”. ¿Creés que alguna vez harás otra gira solista?
Me encantaría volver a cantar esas canciones, sí. A veces lo pienso. Pero creo que si fuera a pasar mucho tiempo con Simon Phillips, por ejemplo, podríamos hacer un gran álbum juntos. No querría tocar cosas viejas. Así que querría aprovechar el hecho de que habría una energía dinámica entre nosotros que podría abrir nuevas vías.
Estamos en un momento interesante. Y creo que para los Who probablemente no sea tan interesante como para otras personas. Creo que lo que llamamos The Who somos solo Roger y yo [nota: en abril, Townshend y Daltery despidieron al baterista Zak Starkey, que los acompañó más de 30 años; un par de días después, fue reincorporado]. Y podemos intercambiar correos electrónicos y sentarnos a discutir sobre temas políticos en los que estamos de acuerdo o en desacuerdo. Pero el hecho es que tenemos este legado.
Que ustedes sigan con la banda a sus 80 años es bastante notable.
Me quedan tal vez 10 años como persona creativa. Así que estoy haciendo todo tipo de cosas interesantes, proyectos teatrales, proyectos de arte, proyectos de libros, trabajando. He hecho cuatro producciones discográficas en los últimos años. Acabo de hacer algo con mi amigo Reg Meuross, un ciclo de canciones sobre Woody Guthrie llamado Fire and Dust. Hice un álbum con la banda Bookshop. Componen canciones sobre libros. Produje un álbum con una joven banda indie llamada The Wild Things. Estoy muy activo con la música y haciendo cosas y tratando de mantenerme motivado. Creo que si fuera periodista… No estoy sugiriendo que quiera ese trabajo porque odio los plazos… pero si lo fuera, joder, no sabría por dónde empezar.
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