“Es uno de los mejores discos de mi carrera”, Leiva sobre Gigante


A Leiva las canciones le llegan de forma natural, sin forzarlas para que aparezcan. Es por eso que a lo largo de estos casi tres años y medio que han pasado desde el lanzamiento de Cuando te muerdes el labio, tiempo en el que el músico ha trabajado en otros proyectos aparte de su música, no ha dejado de componer para sí mismo. Mientras por fuera se le veía recibiendo un Premio Goya con Joaquín Sabina y ofreciendo conciertos y publicando un disco con The Guapos –el supergrupo que tiene junto con Jay de la Cueva, Adán Jodorowsky y El David Aguilar–, el madrileño estaba reuniendo suficiente material para un nuevo álbum.

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Aquel trabajo llegó a principios de abril y lleva por título Gigante, un trabajo de 14 cortes en los que se encuentran letras autorreflexivas acompañadas por momentos de nostalgia y, por otros, de melancolía. El disco también incluye sonidos interesantes, llegando a jugar con la bossa nova, la balada y el punk rock, aunque Leiva explica que ninguna de estas elecciones las hizo con el propósito de crear un álbum ecléctico.

Tras un fin de semana de música en vivo, protagonizada en parte por The Guapos, el cantante y compositor habló con ROLLING STONE en Español sobre lo que hay detrás de este LP, la influencia de Cuando te muerdes el labio, el ser un “artesano de canciones” y más.

Ya han pasado unos tres años desde que publicaste Cuando te muerdes el labio, pero de todos modos has estado ocupado con otros proyectos como The Guapos e incluso ganaste un Goya con Sabina. ¿En qué momento decidiste que ya era hora de hacer un nuevo disco como Leiva?

Afortunadamente, compongo por defecto. Voy escribiendo canciones siempre, nunca hago un hueco en un espacio para componer un disco. Yo no pienso en discos, voy escribiendo canciones a lo largo de la vida, esté donde esté. Voy escribiendo y escribiendo canciones, y de repente, sin yo pensarlo, me doy cuenta de que tengo un disco. Es en ese momento cuando identifico que es hora de sacar un disco, pero no pienso que tengo que sacar uno, ni cuándo ni nada. Yo voy escribiendo canciones y hay un momento donde me doy cuenta de que en esas 20, 30, 40 canciones que tengo, aquí hay 12 o 14 que me gustan para un disco. Lo identifico y voy grabándolo de manera itinerante. Ya hace años que lo grabo así, voy grabando las canciones conforme las voy componiendo, no es que pare para irme a un sitio a grabar un disco. Este disco lo he grabado en Estados Unidos, en Texas, en El Paso, en Madrid. He decidido que quiero pasarla bien y que los procesos sean livianos, que no sean tan sesudos. Este disco lo he ido encontrando tanto en la composición como en la grabación. Ha ido sucediendo, no lo tengo como un proceso pensado.

Surge más natural. Entonces, ¿en qué momento te diste cuenta de que ya tenías el material para sacar Gigante?

En mitad de la gira de Cuando te muerdes el labio me di cuenta de que ya tenía algo que me gustaba mucho. De hecho, ya estoy en el otro proceso, ahora estoy escribiendo canciones, y ya dentro de poco pensaré que tengo otro disco. Siempre voy como un disco por delante de todo. En mitad de la gira del año pasado me di cuenta de que había un volumen de canciones que ya me estaban gustando mucho. Como ya te digo, yo voy grabando los discos de una manera muy abierta hasta el último momento he ido grabando canciones nuevas. Por lo tanto Gigante tiene la impronta de las canciones casi casi hasta el último momento. Es un disco que tiene canciones de hace tiempo y de las últimas que he ido haciendo. Mi sensación o mi sospecha es que, si no es el mejor, es uno de los mejores discos de mi carrera.

¿Qué tanto influyó en estas canciones Cuando te muerdes el labio? Recuerdo que en alguna ocasión mencionaste que ese trabajo te había dado muchas bases para tus siguientes proyectos.

Cuando te muerdes el labio fue como si me fuera una temporada a estudiar. Fue un disco donde grabé con 14 artistas. Entonces, 14 artistas son: 14 sesiones con 14 artistas, con 14 personalidades, con 14 lenguajes diferentes. Eso te brinda muchísimas herramientas a la hora de hacer canciones, a la hora de escribir, a la hora de estructurar canciones, a la hora de vestir producciones, a la hora de encontrar sonidos. Por lo tanto ese disco… realmente ahora no lo había pensado nunca; hablando contigo pienso que esa ha sido mi facultad. Cuando te muerdes el labio me ha dado la oportunidad de trabajar en 400 estudios, conocer muchos ingenieros, muchos artistas, muchas formas de vestir la música. Y eso, obviamente, me ha dado muchas canciones. Este disco es el fruto del aprendizaje de Cuando te muerdes el labio.

¿Esto también tiene que ver con el hecho de haber grabado las canciones en diferentes lugares?

Sí, eso es muy importante para mí. He tardado muchos años en identificar que eso es lo que me va bien. Siempre me iba a grabar un disco a un sitio, me iba a Francia, y estaba dos meses y  me he dado cuenta de que, a estas alturas de mi carrera, el combustible que me mantiene vivo, lo que me mueve ahora mismo es aprender. Las viejas fórmulas ya las tengo. Yo ya sé cómo se graba un disco, mi trabajo ya sé hacerlo. Dicen que un experto es quien hace 10.000 horas de algo, yo creo que he hecho muchas más. Ya sé cómo se hace esto, ahora lo que quiero es aprender a hacer las cosas de otra manera.

Y para eso hay que encontrarse estudios diferentes, con ingenieros diferentes, con músicos diferentes, con formas de grabación diferentes, como por ejemplo, grabar en analógico. Grabar en analógico no te permite tener oportunidades, sino que tienes que convivir con el error, tienes que convivir con las tomas más emocionantes, tienes que convivir con que tienes una oportunidad para hacerlo, no tienes 350 para luego editar. Es como una fotografía analógica, haces “clac” y ya está. No puedes retocar, no puedes hacer nada. Grabar en analógico me ha permitido algo muy importante que es divertirme mucho.

¿Por qué?

Porque tienes que tocar bien, tienes que estar conectado y tienes que hacerlo bien. Tienes muy poquita duración de cinta, no puedes tener un día malo y decir “Bueno voy a hacer 50 tomas de guitarra y la que más me guste me queda”. No, tienes una toma y eso te obliga a estar conectado, te obliga a estar dentro de la grabación y eso es algo que me gusta mucho.

Vivimos en un tiempo en donde la gente va grabando las canciones por trocitos y luego las edita. Eso entraña muchos riesgos y es que la emoción se va quedando en tanto corte, corte, corte. Ahí hay algo que se va perdiendo mucho, mucho, mucho. Grabar en cinta me ha devuelto la ilusión en este momento de mi carrera. Este es mi disco número 13, y me ha devuelto algo que había perdido por el camino.

Esto me recuerda que hace dos años dijiste que te considerabas un “artesano de las canciones”. La cinta es tu forma física de hacer tu artesanía.

Exactamente, es como mi forma. Hay muchas formas de hacer música. De hecho, precisamente en este disco pasado, en el que me junté con tanta gente, vi muchas formas de hacer música. La mía tiene que ver con una libretita, un papel y una guitarra e ir apuntando muchas ideas. Ir a una obra de teatro, quedarte con una palabra, es como un trabajo de orfebrería, ir tejiendo ideas, ir dando con cosas. Es un proceso ciertamente obsesivo porque lo vas haciendo conforme vives. Yo no me voy a componer al estudio. Las generaciones nuevas llegan al estudio, dicen “Vamos a hacer una canción” y cogen un beat. Yo voy escribiendo, voy dándole forma, voy obsesionándome, voy formando las cosas con las manos, un poquito más artesanal. La cinta entra en ese proceso a completarlo, como si dijera: “Ok, ahora, una vez que tienes esto, en vez de tener la oportunidad de hacerlo en digital, ¿Por qué no lo hacemos en cinta?”. Tienes muy poquitas oportunidades y la única exigencia que tiene la cinta es tocar bien y estar concentrado. Eso me gusta mucho en este momento de mi carrera, me ha devuelto la ilusión. Ni siquiera es una militancia en lo analógico de “para mí lo analógico es mejor”, no, no es mejor que lo digital, no suena mejor que lo digital, es simplemente que me pone en un lugar que me hace ilusión. Esa es la explicación de por qué grabo en cinta y me gusta como suena obviamente.

¿Por qué habías perdido esa ilusión?

Porque se mecaniza mucho. Supongo que un cirujano que opera a corazón abierto, sus primeras 100 operaciones eran increíbles. En su operación número 790, la tiene más mecanizada, y hay algo de la magia que se va perdiendo. Conforme la responsabilidad sube y el número de repeticiones sube, la magia se va perdiendo. Entonces, hay que ir encontrando la manera de reinventar cosas para que tu ilusión no desaparezca.

Por eso, antes hacía 120 conciertos al año, ahora voy a hacer 30. Tengo muy identificado que, a partir del concierto 40, todo se hace muy mecánico y yo empiezo a tener voces internas que me empiezan a hacer preguntas que me ponen muy triste. Lo que intento es combatir la rutina. Me metí en la música para no estar en una oficina, entonces tengo que ir encontrando la manera de pasármelo bien porque me niego a estar en la música de una manera rutinaria.

Gianfranco Tripodo

¿Desde qué lugar emocional escribiste las canciones que terminaron formando parte de Gigante?

Gigante está escrito en un duelo importante con una pareja que tuve durante muchos años y en un tránsito con el arranque de otra pareja. Me di cuenta de que el contexto del disco está muy relacionado con la salida de algo muy fuerte y la entrada de algo muy iluminado. Creo que las canciones se mueven ahí. Esto lo estoy poniendo en palabras por primera vez ahora mismo, pero siento que el disco está escrito ahí. Por lo tanto, algo de eso tiene que ver.

Lo sentí muy introspectivo y algo nostálgico en ocasiones.

Para mí, hay un género que no existe pero que siempre trato de conseguir. Es difícil lo que voy a decir, pero me gusta mucho cuando lo escucho en la música de los demás. Cuando hay algo nostálgico que me produce alegría, eso es un momento que me atrapa mucho en la música de los demás. No sé explicarlo, pero sé que existe porque me conmueve mucho y eso lo persigo mucho en mi música. A veces lo encuentro, a veces no lo encuentro, pero creo que en este disco está especialmente presente.

Hay varias canciones que me llamaron la atención y una de ellas es ‘Leivinha’, que además de ser una bossa nova, allí dices: “Una carambola siempre ha estado detrás de este rígido disfraz de conocido cantante“. ¿Haces referencia a inseguridades que te han acompañado sobre ser vocalista y tu forma de cantar?

Ese verso en concreto está haciendo alusión a una voz interna que me persigue de siempre, que me dice que todo lo que tengo es fruto de una casualidad. Nunca he tenido una voz que me dice: “Esto que tienes te lo mereces”. Siempre pienso que tengo tanta suerte que hay una serie de carambolas que me hacen estar en los sitios correctos en los momentos correctos y “papapá” y suceda. Entonces eso me persigue mucho. “Una carambola siempre ha estado detrás de este rígido disfraz de conocido cantante“, es una manera burda de decir que nunca he sentido que me merezco lo que tengo. Son esas cosas tremendas que te dices a ti mismo y ‘Leivinha’ es una canción que explica muy bien esas voces internas que me andan machacando desde chaval.

¿Y esas voces internas no se han apaciguado al ver el producto de Gigante?

No, porque no tiene que ver con los resultados ni tiene que ver con cómo funcionan las cosas. De hecho, los resultados numéricos que llevamos de Gigante son enormes y en concreto con una de las canciones, los mejores números de mi carrera. Por lo tanto, no tiene que ver con que el resultado sea muy bueno, es una cosa que tiene que ver con mecanismos propios, supongo que de autoestima.

No obedecen a cosas externas ni a resultados externos, obedecen a cosas internas. Cómo me veo yo, el lugar en el que yo me veo en la música, el lugar en el que yo me veo con mi propia voz que es una batalla que tengo muy grande. Porque yo soy batería y me he encontrado en la música siendo cantante. Ha sido muy abrupto para mí, siempre he sido batería, nunca pensé que fuera a ser cantante, nunca soñé con ser cantante. Soñé tocar en una banda de rock importante la batería. Al verme ahí de cantante, he tenido mucho conflicto con mi propia voz, con el sonido de mi voz. Batallo con esas cosas, yo y todo el mundo. De hecho, veníamos hablando que esta canción que se llama ‘Caída libre’, que es uno de los adelantos, donde estoy hablando explícitamente de la depresión de un amigo mío, es la canción que ha tenido los números más apabullantes de mi carrera y me preguntaba, ¿por qué esta canción sí en toda mi carrera y las demás menos? La explicación no es que piense que esa canción es mejor. Es verdad que estoy con un artista muy importante de mi país, que no colabora jamás con nadie y que es una cosa muy extraordinaria. Pero lo que sucede es que todo el mundo tiene depresión. Por eso la canción ha funcionado, ni más ni menos.

Hablando un poco de que ‘Leivinha’ suena a bossa nova, al final hay un contraste interesante entre ‘Cortar por la línea de puntos’ y ‘Nevermind’. Hay un paso de punk rock a una balada vintage.  ¿Qué sonidos buscabas para Gigante?

Como me voy encontrando con el disco y con las canciones, también me voy encontrando con los sonidos. Las canciones me van dictando los trajes. Como has dicho, ‘Nevermind’ tiene momentos que pueden sonar hasta incluso a Julio Iglesias, es una cosa vintage. Y ‘Cortar por la línea de puntos’ casi, casi se podría acercar a Foo Fighters.

No es que sea un disco ecléctico de estilos, porque no me gusta tampoco a mí transitar en muchísimos estilos, pero como filosofía más importante para mí en un disco, es que la canción te diga cuál es el traje quiere, no que tú previamente pienses hacia dónde quieres direccionar esa canción. Yo llego a un estudio y cojo una acústica y digo “No funciona con acústica”. Cojo un piano y digo “No funciona con piano”. Cojo un pedal de distorsión y hago (sonido) y digo “Funciona” y la canción va haciéndolo sola. Ni siquiera un productor, ni siquiera yo, la canción va escupiendo lo que no le funciona. Va sucediendo, sería muy injusto si te dijera: “Yo tengo muy claro lo que quiero hacer y lo que quiero sonar”. No, todo es, volviendo al verso anterior, todo es una carambola [risas].

Empezar

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