“No podía hacer este disco sin pisar su tierra”, India Martínez


Fresco, picante y único. Si se tuviera que describir el sabor de uno de los platillos más representativos de la costa norte de México, el aguachile, esas serían exactamente las palabras que lo representarían. De esa misma manera se describe el nuevo álbum de la cantante cordobesa India Martínez.

Con una producción estudiada —India viajó a México para empaparse de la cultura mexicana y plasmarla en su trabajo— y con el objetivo claro de declarar su amor por México, su décimo álbum de estudio, Aguachile, es la forma en que la cantante invita a quien lo escuche a viajar con ella a través de sus canciones, a cantar por esos momentos en los que se añora un amor que fue, pero también por aquellos en los que el sentimiento dejó estragos.

A través de sus diez temas, India explora la sonoridad mexicana y rinde homenaje a aquellos ídolos que la acompañaron en su infancia y a algunos que, en su camino por México, descubrió.

En entrevista exclusiva con ROLLING STONE en Español, la cantante andaluza comparte su experiencia en tierra mexicana, las razones e inspiraciones detrás de la creación de su nueva entrega y alguna que otra anécdota que hacen de Aguachile un álbum único.

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Aguachile suena tan mexicano como flamenco. ¿Qué detonó ese cruce de universos? ¿Fue intuición, deseo o necesidad?

Fueron ambas cosas. Sí, fue sobre todo las ganas de declararle mi amor a México de alguna manera, y qué mejor que cantando, como me gusta y me apasiona desde hace muchísimo tiempo. Ya hace como dos años y medio, cuando estaba terminando mi anterior álbum, hablando con uno de los chicos que produce conmigo los discos, me decía, “Qué bien te quedaría México en tu voz”. Y yo dije, “pues me siento familiarizada con su sonido, la verdad”.

Sí es verdad que no conozco muchos otros estilos, pero sobre todo el mariachi, la ranchera y todo lo que ha llegado aquí, pues sí lo conocía un poquito más. Juan Gabriel, Rocío Dúrcal… ya empezaban a fusionar lo español con lo mexicano. Me parecía acertadísima esa forma de darnos la mano, porque somos como hermanos, y musicalmente está muy cerca una música de la otra.

Entonces fue como: necesito, sí, quiero grabar un disco más inspirado en México. Y para eso tengo la excusa perfecta para irme una temporadita y seguir empapándome de sus estilos, de su gente, de su comida, de su cultura, al fin y al cabo… y convertirlo en música. Esto me ha permitido viajar para allá, a diferentes ciudades, y seguir disfrutando de México.

Y antes de haber empezado con esta búsqueda para este disco, ¿ya habías visitado México? 

Había visitado México para cantar con algunos artistas: con Ricardo Montaner, que cantamos en el Auditorio e hicimos una canción para una telenovela; canté con Franco de Vita en su Primera fila, que también se grabó allí en México; o con Carlos Rivera. También estuve presentando mi álbum Otras verdades, canté en el Lunario y tuve varios encuentros así.

Pero desde entonces no viajaba tan continuado, y tenía muchísimas ganas… Mi carrera musical aquí en España, a veces, no me permite salir a viajar a Colombia, a Argentina —que también tengo mucha afinidad— o a Uruguay, o Chile. Y digo: “Mira, necesito este tiempecito para mí, para viajar un poquito y seguir abriendo horizontes, porque es parte de mí.”

Y ya estando en México, pues ¿cuáles fueron las ciudades que visitaste? ¿Qué tal la comida, te trato bien?

Pues, ¡y tanto! De hecho, mi álbum se llama Aguachile. Por algo…

Claro, claro. 

Porque me encanta. La comida mexicana me vuelve loca, la verdad. Pero estando, por ejemplo, en Mazatlán, he podido conocer un poquito más de la comida de allí, y me encanta.

Cortesía Sony Music

Mencionabas que este era un álbum que ya le traías ganas ¿Desde cuándo te nació la idea?

Pues desde las primeras veces que visité México, ya cantaba algunas canciones que me había aprendido de niña o en mis comienzos, de Vicente Fernández, de Chavela Vargas, de Juan Gabriel. Y cuando hacía flamenco, ya metía estas letras dentro de una bulería o de unos tangos.

Entonces, como que estaba muy presente la música mexicana, incluso hasta Rocío Dúrcal, que me la ponía mi madre en casa, y acabé aprendiendo todas sus canciones. Entonces, en cierto modo, está ahí también, aunque yo naciera en el flamenco. Al final, todos los flamencos —copleros y folclóricos— nos acordamos mucho de México.

Grabaste entre México, Miami y España. ¿Cómo cambian las canciones cuando se crean en tránsito, entre acentos, paisajes y climas tan distintos?

Pues son diferentes procesos: el de composición, el de conocer a otro artista. A mí me gusta juntarme con gente de allí, porque si quiero hacer una fusión de música auténtica, yo no he nacido allí para hacer un disco yo sola de regional, ¿no? O inspirado en el regional, no podría.

Entonces, tengo que rodearme de los mejores y que ellos me enseñen cómo se hace, qué influencias, qué sonidos tienen, los estilos que me hablen, de dónde viene la incursión de ciertos instrumentos en cada estilo. Y la verdad que ha sido eso, un aprendizaje brutal.

Yo no sabía que el regional era tan extenso, tan amplio, y que depende de la ciudad en la que estés. Por ejemplo, en Mazatlán, en todo el estado de Sinaloa, predomina la banda, que lo escuchas en todos lados, hasta por la calle van tocando, por la playa mismo. El sonido sureño o el norteño, como, ¿sabes? Cada uno tiene sus cosas, su sonido especial. O el mariachi, o el bolero… como que es guay, me ha abierto un mundo muy diferente.

‘Castigo’ con Ángela, ‘Karma’ con Edén y ‘Equipo Favorito’ con La Adictiva. ¿Son colaboraciones interesantes, cómo fue trabajar con esos artistas? 

Fue un gustazo. La verdad es que son un encanto. Todos se han prestado desde primera hora. Por ejemplo, a La Adictiva les dijimos: “Oye, ¿os gustaría participar?”, “Sí, por supuesto, por favor, mándanos y tocamos la canción que queráis, y tal…”. Les enseñamos varias y eligieron esa canción, ‘El equipo favorito’.

Con Edén, que me junté allí en Mazatlán, quedamos para componer unos días, me hablaba de su ciudad, me llevaba a comer a diferentes restaurantes. Súper orgulloso… Y con Ángela, aunque hemos grabado cada una por separado, preparó, como ha hecho suya la canción y se ha prestado también, siendo ese icono tan importante ahora mismo en la música regional. Que esté ahí, pues la verdad es que estoy súper agradecida de que todos ellos formen parte de este álbum tan especial.

Cortesía Sony Music

En este disco se siente una India Martínez más productora, más al mando. ¿Qué aprendiste de ti misma al asumir ese rol más técnico y de control creativo?

Pues mira, ya llevo práctica de hace mucho tiempo, porque es verdad que me gusta hacerme mis discos a medida y siempre bien rodeada de un buen equipo: de arreglistas que me ayuden con la composición, con los arreglos musicales. Pero es verdad que tengo muy claro lo que quiero, lo que me gusta, lo que quiero después defender en un directo.

Desde mis primeros discos vengo participando, pero sí es verdad que desde el anterior como que se deja constancia. Como que sí, también soy productora de mis álbumes y queda la constancia. A veces participas, pero no queda constancia, y ahora, por fin, también consta que estoy ahí.

Haces homenajes a dos íconos: Jenni Rivera y Juan Gabriel. ¿Qué te conecta con ellos desde lo emocional y desde lo artístico? Especialmente la canción de Juan Gabriel que es tan querida.

Ay, sí. Además, es una canción que, aunque ha sido tan versionada, por eso es tan querida, tan inspiración para tantos artistas que, en cierto modo, empiezo homenajeando a Juan Gabriel y, al mismo tiempo, a Rocío Dúrcal, a muchos otros artistas que han grabado la canción también, ¿no? Al final son influencias, y eso es una influencia súper inspiradora para mí.

Jenni Rivera, por ejemplo, no la conocía hasta que viajé allí. No había llegado hasta aquí, la verdad. Y ha sido todo un descubrimiento. Pues mira, es otra forma también de homenajear a una mujer empoderada, que ha abierto muchas barreras y es una artista muy grande, muy icónica, y con una canción además muy fuerte.

¿Ha cambiado algo en ti al momento de hacer un álbum fusionando culturas?

Sí, es que su musicalidad me permite disfrutarla, ser muy expresiva, muy desgarradora. Las letras son despechadas al mismo tiempo, irónicas, juguetonas, picantes. Creo que tiene todos esos ingredientes que tiene Aguachile precisamente, y esa canción me gusta muchísimo porque creo que también une muy bien los dos mundos.

No sé, yo no sabía hasta que me puse a trabajar en ello, aunque ya me lo imaginaba, que por ejemplo una bulería combinase también con el corrido tumbado. Y sin embargo, es como el mismo sentido. Son diferentes ritmos, cosas totalmente distintas, pero al final sentimos parecido.

Cortesía Sony Music

Después de explorar el pop, la bachata, el reggaetón… ¿qué te hizo volver al flamenco como raíz?

Pues en este álbum realmente no vuelvo al flamenco. No estoy haciendo un disco para los flamencos, ¿sabes? Sin embargo, el flamenco está presente en mi voz, en mi interpretación, en mis melodías, en mis cadencias musicales. Sin ser flamenco, me acerca al flamenco mucho más que otros de mis discos. Eso sí es verdad. Ah, y hay algo muy físico en este disco: lo picante, lo visceral, lo racional también.

Hay algo muy físico en este disco: lo picante, lo visceral, lo racional. ¿Sientes que Aguachile es tu trabajo más carnal hasta ahora?

Depende, porque hay diferentes etapas y diferentes discos en mi carrera que vuelven a lo orgánico. Sí es verdad que es muy conceptual y me hace viajar, es una aventura apasionante para mí este viaje. Pero sí, tocar la tierra me hace pisar el suelo, me hace disfrutar de lo orgánico sin dejarme llevar por los sonidos electrónicos ni urbanos, como en mis discos anteriores, que también disfruto muchísimo. Pero sí, creo que es un disco atemporal y me encantaría que fuera así, que perdurara en el tiempo.

Si tuvieras que recomendarle a alguien una manera de escuchar a Aguachile, ¿cómo sería ese momento perfecto para escucharlo? 

Pues realmente en cualquier momento del día que le apetezca, ya sea en el coche, suena increíble. En el coche es como que lo disfrutas muchísimo viajando, por ejemplo. En casa, tranquilamente, te lo pones en momentos… en cualquier momento, realmente, porque puedes estar alegre y simplemente te apetece cantar, gritarlo y disfrutar un momento así.

Porque hay temas atemporales y muy rítmicos que te dan muy buen rollo, y hay momentos despechados también, para cuando sientes añoranza por lo que tuviste, por lo que tienes que dejar pasar, ¿no? Para pasar página o recordar las cosas bonitas que pasaron también. Está como el amor y el desamor en todas sus fases, creo.

Y hay canciones más despechadas, que duelen más, más desgarradoras, pero hay otras muy irónicas, que le dan caña a la otra persona y te quedas a gusto también, y eso me gusta mucho jugar con eso. O canciones más embriagadoras, incluso hasta cuando representan, por ejemplo, cuando queremos beber para olvidar y lo que haces es todo lo contrario. Porque cuando bebes, al final estás más a flor de piel y vienen más recuerdos. En vez de pasar página, lo que haces es pensar: “¿Si la llamo o si lo llamo, no?”. Entonces, es muy divertido en ese aspecto, me hace viajar por muchos momentos, momentos por los que en algún momento de tu vida has pasado.

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