
cuando apareció [Diego] Capusotto, yo ya conocía ese tipo de humor a través de Luis. Ese era su humor, no tenía límite, algo que por ahí no se entendía y te dejaba descolocado”. Eduardo “Dylan” Martí conoció a Luis Alberto Spinetta hace poco más de medio siglo, allá por 1974, cuando el Flaco comandaba los primeros pasos del grupo Invisible. De allí en más, veinteañeros ellos (los dos nacieron en 1950), compartieron toda una vida. Artística y personal. Amigos del alma y creadores de una obra conjunta repleta de imágenes que hoy son parte del inconsciente colectivo, en tapas de discos, fotos de prensa, imágenes para revistas y periódicos e inclusive un puñado de videoclips.
Un durazno sangrando hecho de telgopor por el propio Spinetta, pintado a mano, que algún trasnochado censor pensó en prohibir por imaginar que se trataba de una vagina. Una cabeza roja, violentada. Un Spinetta platinado y otro que pide cheques, cheques y cheques en un vagón de subte mientras Carolina Peleritti baila y muestra sus piernas largas. Un Spinetta “gordo” para Rolling Stone y una misma cabeza para dos caras, la de Luis y la de Fito, inmortalizadas en la unión de La la la. Imágenes icónicas del universo Spinetta que por estos días se materializarán en un libro de edición limitada: Spinetta – Fotografías de Eduardo Martí.
Martí retrató a su amigo/hermano Luis Alberto a lo largo de cuatro décadas, casi sin querer, jugando, en ensayos y conciertos, pero también en su intimidad, en la cocina o en el garaje de su casa. “A Luis lo conocí personalmente cuando Machi me llamó para hacerle unas fotos a Invisible. Yo ya lo conocía porque lo había visto actuar con Almendra en el Instituto Di Tella, en el teatro Coliseo. La primera vez que vi tocar a Almendra fue en Mar del Plata, en un boliche en la avenida Constitución, a fines de los 60. Me acuerdo de que estaban cantando ‘Rutas argentinas’. Pasé por la puerta y me llamó la atención, entonces le pregunté a un tipo que estaba ahí si era un grupo inglés. ‘No’, me dijo. ‘Es Almendra’”, cuenta Martí con su dicción spinetteana.
“A partir de ese primer encuentro, se inició una amistad que duró toda la vida”, dice Martí. “Nos gustaban las mismas cosas, las películas de [Ingmar] Bergman, Fitzcarraldo y Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog, todas esas cosas. Compartíamos mucho esa mirada de todo ese aspecto del arte, ¿viste? O de la creatividad”.
¿Cómo era el proceso creativo?
Imaginate, trabajar al lado de un tipo como Luis. Siempre estábamos haciendo algo y entonces generalmente había un ping-pong, un ida y vuelta. Pero creo que lo más valioso de todo ese proceso es que lo disfrutamos, nos divertimos, hicimos cualquier cosa que se nos ocurriera. Con total libertad y, de alguna forma, siempre detrás de las ideas nobles y de las causas buenas y del aspecto humanístico del mundo en el que nos toca vivir, digamos. Creo que la búsqueda era esa, pasarla bien y disfrutar de la vida, de las cosas que tenemos ahí nomás, y que a veces no las disfrutamos porque estamos enrollados en yo qué sé, ¿viste?
¿Como modelo a fotografiar cómo era Luis?
Luis era un mandado. Se copaba, se copaba muchísimo. Tenía una imaginación increíble. Y lo bueno era que siempre arrancábamos en un punto, pero todo después empezaba a girar, a girar, a girar y cuando llegaba el momento de concretar las cosas ya estábamos en otra idea, en otro lado. Y la otra cosa que nos caracterizó es que como Luis, que en una época fue una persona medianamente popular, diría yo, pero nunca fue un artista de una masividad terrible o un artista que congregara multitudes, ni mucho menos, las cosas había que hacerlas con lo que uno tenía al alcance de la mano. No había una superproducción detrás. Entonces el tema era atacar por el lado de la idea y laburar desde lo artesanal, con lo que teníamos. Hemos tenido la suerte alguna vez, como en la realización del video de “Cheques” o de “Correr frente a ti”, de trabajar en fílmico. Pero el video de “Seguir viviendo sin tu amor” lo hice con una Philips Magnavox, que es la versión yanqui de esas cámaras Super VHS, en un cuarto de dos por dos, que era de un muchacho que había traído unos lasers y lo hicimos todo así. En dos horas hicimos el video. No hay ningún mérito ni ninguna gloria nuestra, era lo que había. El resultado puede ser más o menos sofisticado, pero el tema es no dejar de hacer cosas porque te falta un rastrillo, o una pala.
Sin dejar tampoco el cuidado estético…
Claro. Luis era estética pura. Yo quizás no, pero Luis ciento por ciento. Siempre había un mensaje y no nos olvidemos de que Luis era un genio. Más allá del trabajo que hicimos juntos, el hecho de haber estado junto a él, creo que es una bendición. Primero de todo por lo buen amigo que fue, después todo lo demás vino de yapa. Pensá que hasta criamos hijos juntos [N.del E.: la fraternidad de sus hijos llegó al punto de que Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur formaran en su adolescencia el grupo Illya Kuryaki & the Valderramas].
Martí dice que en aquellos años su trabajo freelance como fotógrafo ayudó a que pasara días enteros junto a Spinetta. “Por ahí estaba dos días al pedo y nos juntábamos y nos poníamos a hacer algo. Yo antes de conocerlo tenía una banda, Pacífico, entonces compartíamos también la pasión por las guitarras y en esos ratos de ocio nos poníamos a tocar, craneábamos cosas, ¿viste? Porque aparte Luis era un personaje, en ese sentido, muy laborioso. Siempre estaba haciendo algo. O estaba cocinando, que le encantaba cocinar, o estaba dibujando, o estaba escribiendo, o estaba tocando la guitarra, o estaba ensayando, o estaba viendo que no le faltara nada a su familia. El ocio era creativo, no era estar al pedo para mirar Indiscreciones a la tarde. Era tratar de hacer algo, hacer música, dibujar, comer algo rico, algo que produzca energía positiva, ¿viste?
https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/retratos-de-una-obsesion-nid819034
¿Creés que su trabajo en conjunto sigue una línea estética?
No sé si hay una línea estética. Porque además yo no me identifico mucho con la palabra artista, no me considero un artista. Me considero más un trabajador. Artista es una palabra un poco ampulosa, ¿no? Yo prefiero decir que he sido un laburante, de todo. Me gusta más. Luis por ahí sí es un artista, es un genio. Era una cosa difícil de catalogar, porque tenía una creatividad muy grande.
De ahí que haya tantos “Spinettas”, tan diferentes a través de los años…
Él cambiaba todo el tiempo… “Mañana es mejor”, ¿no? Siempre el tema era cambiar. Luis odiaba que le pidieran que tocase “Muchacha”, pero no porque tuviera nada en contra del tema, sino porque hizo… ¡42 discos! ¡Y murió a los 62 años! Es un tipo de otra galaxia. Pensá que cuando irrumpe Almendra fue un cambio muy grande en la música argentina. Porque Luis, en realidad, es un tipo que revolucionó la música, ¿viste? Fue un fuera de serie, realmente, así como lo fue Piazzolla, Ginastera y un montón de argentinos más, ¿no? Pero bueno, en ese momento, a fines de los 60, produjo un cambio muy grande. Vos pensá que él tenía una condición muy especial, porque al principio no sabía música, no había estudiado música, pero era un genio. Yo tuve la suerte de poder verlo en medio del quilombo de una cocina, con los chicos dando vueltas, el lavarropas andando y todo el mundo hablando y él estaba por ahí en la suya componiendo un tema y al rato venía y te lo cantaba. Se ve que ya tenía cable en esa época, ja, ja, ja.
eduardo “Dylan” Marti nació en Mataderos (“ahí en el barrio vi a los primeros grupos de rock de acá, a Los Mockers, Los Shakers, un grupo que se llamaba Kano, Los Bulldogs, Los Gatos. Un tipo que se llamaba Antonio Barrios hacía unas fiestas de La Escala Musical en la cancha de Vélez”) y el apodo por el que todos en el medio lo conocen se debe, claro está, al fanatismo que tenía por aquellos años por Bob Dylan. En 1971 editó el único álbum de su banda Pacífico, La bella época, pero a partir de allí su abordaje en la música fue detrás del ojo de su cámara y en zapadas ocasionales con su amigo Luis Alberto. “Compartíamos el amor por las guitarras”, recuerda.
En el clásico álbum Kamikaze (Spinetta, 1982), se incluyen dos temas de su autoría, “Almendra” y “Quedándote o yéndote”, y desde entonces debieron pasar 42 años para volver a escucharlo públicamente: el año pasado editó dos EP de alma jazzera: Buscando oro en el lugar equivocado y Centrifugados por la ola, con una lujosa lista de invitados: Javier Malosetti, Hernán Jacinto, Nico Cota, Fernando Lupano, Javier Martínez Vallejos, Sergio Verdinelli, Mariano Domínguez y Fermín Merlo, entre otros. “A veces hasta siento pudor por las personas que me acompañaron en este proceso”, le confesó a Rolling Stone en octubre de 2024. “Porque parece que uno fuera un fanfarrón, pero en realidad no conozco a otra gente: han sido mis amigos de toda la vida”.

En todos estos años, además de trabajar para una incontable cantidad de revistas y fotografiar a otros músicos como Fito Páez, Soda Stereo, IKV, Los Abuelos de la Nada y Divididos, fue también el responsable de una de las portadas más icónicas de Rolling Stone: la del “gordo Spinetta”. “Él ya tenía una idea que le parecía divertida, que era montarse en un plan gordo, y trabajamos en esa línea. En cuanto al aspecto técnico, primero fotografiamos a un modelo realmente gordo, e hicimos las fotos en las distintas locaciones: una como en un despacho, muy burocrático, como de abogado; otra en jogging, en un gimnasio; y finalmente una con un bombo legüero. Luego, por separado, hicimos las fotos de la cabeza de Luis, y después, para unir las dos partes, llamamos a Pablito Bordenabe, que fue quien hizo la manipulación digital. Para Luis era un desafío hacer algo para Rolling Stone, que es una publicación que siempre se destaca por tener tan lindas tapas. Quería hacer algo que no cayera en lo obvio, y a la vez darle una vuelta de humor al asunto. Creo que se logró”, contó Martí años atrás. Hoy, aquellas históricas fotos, también son parte del libro.
¿Por qué te decidiste finalmente ahora a publicar un libro con tus fotos de Spinetta?
Mirá, hace muchos años que estamos con este libro. Pero bueno, el proyecto fue padeciendo distintas vicisitudes y ahora tuvimos la suerte de encontrarnos con esta gente que está dispuesta a editarlo. Y ahí vamos. Fue mucho trabajo, editar el material, buscar las fotos, hacer los epígrafes y recordar cuándo fue cada uno de esos momentos para no cometer errores. Cuidar que las fotos se vean lo mejor posible y al mismo tiempo conservar el espíritu de la época de cada foto. Yo había hecho un trabajo cuando falleció Luis, con la ayuda de Horacio González, para la Biblioteca Nacional. Ahí tuvimos la suerte de tener el apoyo de Horacio e hicimos un catálogo divino. En esa ocasión hice que participaran todos los fotógrafos que habían laburado con él. Fue algo muy lindo, pero ahora quería hacer algo más específico de lo que yo hice con Luis. Entonces la gente va a ver cosas que no conocía: Luis grabando en los estudios, o ensayando en un camión para el regreso de Almendra. Hacer el libro fue un proceso largo. Pero bueno, un libro es un poco como una película. Tiene que tener cierta continuidad para que también la persona que lo está viendo no se quede dormida, ja, ja. Ojalá que la gente que lo vea, que ama a Luis, se encuentre identificada con todo eso, que le guste, que se ponga contenta, que recuerden, que vean lo que se hacía en esa época.
Como la tapa de La la la, ¿no?
Claro, cuando hicimos las fotos para ese disco en el que Luis se junta con Fito, había surgido la idea de unificar las caras de alguna forma, que fueran una sola. A falta de otros elementos, se me ocurrió hacer eso: una doble exposición hecha sobre un negativo Hasselblad, iluminado de un lado y del otro, cambiando el personaje. Buscarles la línea de los ojos a ambos y hacerlas coincidir en el mismo negativo. Fue muy lindo ese trabajo. Ahora se podría hacer tanto mejor, más fácil y más rápido, pero lo que tiene de interesante es el sabor de lo hecho analógicamente. Ahora mi hija de nueve años lo podría hacer con un Photoshop en dos horas. Pero bueno, era el desafío de esa época, hacer algo creativo con las herramientas que tenías. Ahora yo veo que la tecnología hace como que vivamos en una llanura y ya nada sobresale, todo es lo mismo. Hay tanta información y tanta facilidad para subir una imagen o una música, es tan fácil hacerlo, que ahora tenemos ¡1.500 bibliotecas de Alejandría! Es un bombardeo constante que hace que la gente ya no escuche música ni mire realmente nada. La gente va a tener que empezar a entender que como sociedad estamos en problemas, estamos perdiendo hasta las capacidades cognitivas. La persona está perdiendo el protagonismo y el centro hoy es el aparato. Creo que estamos entrando en un proceso incierto. Yo pensé que cuando se habían ido los milicos íbamos a entrar en una espiral ascendente, pero hoy estamos repitiendo los ciclos, con los mismos personajes. La sociedad argentina está desorientada, abstraída, somos un ejército de zombis… Ojalá me equivoque, pero son tiempos muy raros.
En este contexto, ¿qué creés que el libro refleja de Spinetta?
Es una pregunta difícil, porque Luis era un tipo tan amplio, tan profundo… La verdad es que nunca me lo pregunté. Creo que lo que el libro más refleja son momentos, situaciones, muchas relacionadas con la vida cotidiana y otras con la vida profesional. Y no se trata de toda la vida de Luis, es apenas una parte. Lo más interesante del libro me parece que es que por ahí detalla todo lo que hemos vivido, refleja esos momentos tan mágicos. Eso es.
Entradas Recientes
- La idgaf era de Sofía Reyes
- Lauryn Hill y más traen el calor
- Estaríamos ante la mejor película de Superman hasta la fecha
- Libertarios y autoritarios – Rolling Stone en Español
- Royel Otis anuncia shows de 2025 Arena en Australia
- El consejo que Zak Starkey le dio a un actor para interpretar a Ringo Starr
- Louta, un artista camaleónico – Rolling Stone en Español
- Compre estas ofertas de juegos en línea
- La nueva Jurassic Park se convierte en un éxito mundial
- Skay en Obras: Un lujo para nada vulgar
- La canción de 'Kpop Demon Hunters' se ingresará para la consideración de los Oscar de 2026
- El homenaje de Oasis al jugador fallecido Diogo Jota
- Blackpink regresa con 'Fecha límite' World Tour en Goyang
- La canción más transmitida de la década de Ed Sheeran's 'Shape of You' Apple
- [Entrevista] Mia Folino en Rock & Pop