Hace una década, Maxi Prietto, guitarrista, cantante y compositor de Los Espíritus, fue a escuchar a Edelmiro Molinari a La Perla de Once, el bar fundacional de la historia del rock en la Argentina que funcionaba en ese momento como sala de conciertos, y le llevó de regalo una remera artesanal que había serigrafiado con la estampa de Oscar Alemán. “Yo en ese momento estaba copado con la serigrafía y tenía ganas de aprender a hacer remeras. Me puse a hacer las primeras pruebas y se me ocurrió hacer una de Oscar Alemán, porque nunca había visto una remera con su figura. Y pensé que estaría bueno que existiera una remera así”, recuerda Prietto. “Como lo iba a ver a Edelmiro y sabía que a él también le gustaba Oscar Alemán, porque le había escuchado contar algo sobre él en una entrevista, decidí hacer la remera y llevársela”.
Diez años después, un sábado de finales de octubre en Plasma, el búnker de Los Espíritus y la productora Alto Valle, el exmúsico de Almendra y Color Humano luce la remera del legendario guitarrista chaqueño que giró con Josephine Baker y se transformó en una de las figuras principales en la historia del jazz argentino. “Es una de mis preferidas”, celebra Edelmiro. Un par de noches antes de este encuentro, en C Art Media, Edelmiro compartió por primera vez una fecha con Los Espíritus y se sumó al grupo para tocar un medley que arrancó con “La rueda que mueve al mundo”, e incluyó relecturas de “Sílbame, oh cabeza” y “Mañana por la noche”, de Color Humano; y “Roadhouse Blues” de The Doors.
Edelmiro: Es inexplicable que nos hayamos conocido de esa manera. Creo que ahí se inició algo, pero recién ahora lo estamos continuando de alguna manera. Pero la primera vez que tocamos juntos fue acá, en un ensayo, hace tres días. Y después estuvo buenísimo porque tocamos en vivo, con mucho lugar para improvisar. Es la libertad del rock, las ideas espontáneas. Igual, yo conocía a Los Espíritus por recomendaciones, sobre todo de Carca.
Prietto: Carca es un gran nexo. Con Carca también tenemos en común el fanatismo por Oscar Alemán. Me acuerdo de que nos estábamos mandando unos audios para juntarnos a zapar y de fondo él estaba escuchando un disco del maestro. Así que está todo atravesado por el swing chaqueño.
Edelmiro: Mirá el origen del tipo…
Prietto: Y una cosa que me flasheó, además de todo lo musical, es que mi papá es de Machagai. Entonces, cuando me enteré de que Oscar Alemán era de Machagai, flasheé. De hecho, con mi familia tenemos un hotel en Villa Gesell que se llama Cabañas Machagai. Así que siempre estuvo muy presente ese pueblo en mi vida.
Edelmiro: A mí lo que me pegó es ver que comparativamente él y Jimi [Hendrix] tenían más o menos la misma mezcla de sangre. Porque la madre de Oscar era de origen toba y el padre, obviamente, tenía sangre africana. Y la mamá de Jimi era cherokee y el padre era también de origen africano. Así que mirá qué mezcla, ¿no? Los dos tenían la misma mezcla entre una tribu originaria del lugar y sangre afroamericana, ¿no? ¡Qué coincidencia!
Prietto: Y los dos tenían padres artistas. Porque el papá de Hendrix era saxofonista, y tuvo que vender el saxo para comprarle la primera guitarra a Jimi. Una locura.
Edelmiro: ¡Impresionante! Muchas cosas tenían en común. Los dos se movían con una tremenda ductilidad con la guitarra. Yo a Oscar tuve la suerte de verlo en vivo y era una cosa increíble. Se ponía la guitarra atrás de la nuca, dada vuelta, y después se la ponía en la espalda. Y me enteré de que no usaba colgante. Yo lo vi hacer eso. Se ponía la guitarra en el antebrazo y la mantenía todo el tiempo de esa forma. Y las cosas que hacía eran increíbles. Ya te digo, precursor de Jimi en el sentido de que tocaba con la guitarra para atrás, entre las piernas y en la espalda también. ¿Y cómo hacía todo eso? Si no tenía soporte para la guitarra, salvo él. ¡Y cómo tocaba! Porque tocaba con un swing increíble y cosas bastante complicadas.
Prietto: ¿Se pueden comparar?
Edelmiro: No. Yo hablo de las técnicas. El viaje de Jimi era con el sonido.
Prietto: Hay un recital de Hendrix, que está subido a YouTube y se puede ver entero, que es increíble. Antes de empezar a tocar dice “no me tengo que olvidar de esto”, agarra la guitarra y cuenta los trastes hasta llegar hasta el séptimo. Empieza a presentar la canción pero deja la mano quieta, porque se acordaba de que la canción empezaba ahí. Entonces después empieza a tocar, cierra los ojos, sigue punteando y puntea por toda la guitarra, pero para para saber dónde empezaba esa canción tenía que contar hasta el siete. Tenía una relación muy especial con el instrumento. Como un niño.
Edelmiro: Estaba hecho para la Fender Stratocaster. Él y Jeff Beck se destacaron a través de ese instrumento. Tenían una voz increíble. Al principio, eran medio menospreciados… Beck estaba con los Yardbirds y subía el volumen y acoplaba. El contexto en ese momento era más formal, con la música soul y todo eso. Pero el volumen te lleva a meterte en la riqueza del instrumento. El parlante reproduce todos los sonidos, más de lo que vos esperabas, y como el instrumento es eléctrico, subís el volumen y empieza una riqueza de armónicos, de acoples que pueden ser feedbacks, que siendo bien usados son increíbles. Y esa exploración la hicieron los dos, con gran éxito.
Prietto: Lo que yo noto en la experiencia de ir a grabar un estudio es que van pasando los años, se va perfeccionando o se va trabajando en equipo ese proceso y en algunas cosas se ganó a nivel audio y hay otras cosas, que el mismo desarrollo que le dieron, yo creo que hace que se haya retrocedido en algunos aspectos.
Edelmiro: ¿Como qué?
Prietto: Cuando vas a grabar “con clic”, para el tipo que va a editar le facilita un montón de cosas a la hora de trabajar. Pero cuando ponés un disco de la época de Hendrix, y saltás a esta, te das cuenta de que algo de esa época estaba mejor, porque ahora se escucha todo montado sobre una grilla. Parece que escucharas el clic sobre las canciones y te das cuenta de que no varían los BPM [beats por minuto] en una canción.
Edelmiro: Estoy totalmente de acuerdo. ¿Sabés qué pasa? La digitalización y la alta tecnología sirven, obviamente, para cosas que todavía quizás ni exploramos. Algunas cosas de ahora tienen una frialdad que es exactamente lo opuesto a lo que nosotros vivimos. Hay personas que trabajan con la inteligencia artificial y todo eso, y creen que componer música es como poner un like. O que dicen “voy a hacer música como, por ejemplo, Los Espíritus”. Y les sale un tema equis. Entonces, eso tiene una frialdad y es exactamente lo opuesto de lo que nosotros vivimos: lo que es hacer y cantar una canción. Lo otro no existe, pierde la humanidad.
Prietto: En los 90, si bien yo escuchaba bandas como Almendra y Pescado Rabioso, cosas de acá, ahí apareció Nirvana, y se escuchaba más ese tipo de grupos de ese momento. Pero en la tele, a partir de la una o dos de la mañana, en MTV o Film & Arts, aparecían cosas que se salían de lo que estaba pasando durante el día. Y ahí vi por primera vez un documental de Jimi Hendrix. Y ahí contaban que grababa a una velocidad más lenta y con las notas más agudas de la guitarra para que cuando pasaran la cinta a la velocidad normal, su guitarra sonara en un registro tan agudo que no existiera, que se pareciera a otro instrumento. Y ahí yo dije: “¿Qué es este tipo? ¡Este tipo es un loco!”.
Edelmiro: La primera vez que escuché una canción de Jimi Hendrix fue en los carnavales de 1966 o 1968, por ahí. A la cancha de River, venía un cantante francés rockero muy rebelde que se llamaba Johnny Hallyday. Su compañera se llamaba Sylvie Vartan y también era cantante. Fui a ver ese concierto, y cuando entra la banda, una banda muy soulera, me pegué al escenario, no lo podía creer. Tenía una sección de vientos y una pinta que era tremenda. Marcan cuatro y cuando arrancan a tocar, para calentar tocan una versión instrumental de “Fire”. Y casi me caigo para atrás. Nunca había escuchado nada así. Tocaban el riff para presentarlo a Johnny Hallyday. La cuestión es que Jimi abrió un show para Johnny Halladay en el Olympia de París. Se ve que le voló la peluca, e incorporó una versión de ese tema para arrancar el show. Era algo que había pasado en ese momento. Y la conexión es increíble. Así que así fue como yo conocí la música de Hendrix. Yo no sabía ni quién era, ni nada, pero me acordaba, por supuesto, de esa introducción, de “Fuego”, de “Fire”. Y después cuando escuché el disco Electric Ladyland, la reconocí al toque. Pero el trabajo que había hecho la banda para adaptarla era una barbaridad.
Prietto: ¿Y en ese momento se conseguían los discos de Hendrix acá?
Edelmiro: Acá no editaban esos discos. Tenías que traerte el disco importado. Electric Ladyland es una obra maestra. ¿Vos te acordás cómo empieza? Con un sonido acuoso. Eddie Kramer, el ingeniero de sonido que siempre fue un genio total, le puso el micrófono a un inodoro y apretó el botón [risas].

Prietto: Y también en Axis: Bold as Love, arranca con un presentador, y la guitarra parece un plato volador.
Edelmiro: Ese también fue Eddie Kramer. Siempre laburaron juntos. Así le hizo el estudio Electric Ladyland.
Prietto: En Color Humano está la parte eléctrica, pero vos también usás guitarra criolla. ¿O es una guitarra de cuerda de metal? Yo pensaba si le habrían querido dar una identidad de acá. Porque estás escuchando rock and roll, estás escuchando Fuzz, acoples, feedback. Hay influencias de Hendrix, de King Crimson, pero a la vez tiene algo muy argentino. Para mí en esos temas lo que aparece es la guitarra criolla, no es la guitarra acústica, que puede remitir más a el folk norteamericano.
Edelmiro: Me acuerdo cuando llegué a vivir allá a California, me encontré con unos amigos que tocaban guitarras Martin, ¿viste? Y son durísimas, hermano. Me acuerdo de que había una chica de Texas, una cowgirl, y la tocaba con una facilidad tremenda. Yo ni podía apretar las cuerdas. De las guitarras acústicas, a mí me gusta la española, o la criolla, como la llamamos acá. Y con cuerdas de nylon. Primero, porque tiene un mango un poco más ancho, que para los que tocamos con los dedos es mejor. Además de la suavidad al tacto. Es una cosa increíble. Te vas a gastar las uñas tocando, pero es otra cosa. Y el sonido es muy lindo porque no tiene demasiado sustain. Entonces, tenés que articular bien lo que tocas y eso me gusta. Y cuando hacés arpegios y cosas así, se te limpia todo. A mí lo que más me encanta es que me exige en articular las notas. y en los arpegios.Es muy bueno eso. En las guitarras eléctricas eso se me hace más confuso, ¿viste? En la eléctrica y con los mangos chiquititos, se te va un poco de las manos. Así que la criolla me encanta. Es la que estoy tocando todos los días, pero son dos mambos distintos. Si la guitarra es eléctrica, entrás en el vuelo del sonido, que todos los días es diferente.
Prietto: A mí me encanta tocar la criolla en la playa. Y muchas veces, como hay ruido de viento, o del mar, o lo que sea, pegar la oreja a la guitarra… ¡Qué buena sensación!
Pero, al mismo tiempo, nunca pude resolver la criolla amplificada para un escenario.
Edelmiro: Es verdad, yo tampoco.
Prietto: Porque cuando la escucho enchufada me suena rarísima. Y si querés tocar con un micrófono, se te mete todo.
Edelmiro: Exacto. Si la querés meter con otros instrumentos ya el volumen no puede competir. Hay algunas marcas, que son de cuerpo sólido. Un mango de guitarra criolla en un cuerpo de guitarra eléctrica es raro. Aparte, nunca tienen el mismo sonido que la guitarra sola.
Prietto: El otro día me puse a tocar arriba un tema de Jimi Hendrix, “Bleeding Heart”, que está en el disco Valley of Neptune, que incluye lados B y cosas raras. Y ves que estaban improvisando, que no tenían pensados los arreglos del tema. Estaban vibrando eso que estaba pasando en ese momento.
Edelmiro: El baterista Mitch Mitchell se merece una mención especial. Por algo Jimi nunca se separó de él hasta el final.
Prietto: Bueno, en Band of Gypsys.
Edelmiro: Pero eso es otra cuestión. Ahí pasó lo siguiente: Jimi, al principio de su carrera, era un tipo muy inocentón y se le acercaban los tipos en Nueva York y le decían: “Jimi, te grabo un disco, te doy 500 dólares”. Y él firmaba contratos como adelantos. Firmó varios de esos y se metió en un montón de quilombos. Y tuvo muchas de esas frustraciones que lo llevaron a la mala muerte. Pero en el 69, después del éxito de Woodstock y todo eso, un tipo lo estaba apretando porque le debía un disco. Y Jimi estaba enloquecido. Por eso tomaba pastillas para dormir, porque no lo dejaban tranquilo. Entonces, le dio una especie de ataque. Y le hicieron la gamba [el bajista] Billy Cox, que habían sido compañeros de la colimba, y Buddy Miles en la batería. De hecho, a Buddy Miles lo conocí y estuvimos a punto de tocar juntos, al final no se dio. Pero la cuestión es que armaron eso, para grabar la noche de fin de año y el primer día de 1970.

Prietto: Es un discazo.
Edelmiro: Ahí se nota, en su lenguaje, toda la angustia por la guerra de Vietnam. Eso Jimi lo vio, lo vivió y lo sufrió. Si te fijás en la guitarra, vas a ver cómo llora, cómo hace gemidos y muchas otras cosas increíbles. Eso también se mezcla con la actuación de él en Woodstock. Un tipo tocando solo con su instrumento el himno [“The Star-Spangled Banner”] fue para mí tan impresionante como la de Keith Jarrett tocando el piano en The Köln Concert en 1975. Una belleza total. Y Jimi, en la interpretación del himno de ellos, es una cosa tremenda.
Prietto: A mi me gustan las dos bandas, porque Mitch Mitchell está todo el tiempo tirando fills y jugando. Parece que van los tres por distintas órbitas, pero van coincidiendo. El bajista, Noel Redding, en realidad era guitarrista.
Edelmiro: En realidad, a Jimi no le gustaba nada Redding. A tal punto que, por ejemplo, en algunos temas le borraba lo que había grabado en el bajo y lo ponía él.
Prietto: Por eso en las entrevistas siempre habla pestes de Hendrix.
Edelmiro: Es que a Jimi le parecía muy cuadrado, a él le gustaba el swing. Y fue muy sincero.
Prietto: A mí me gusta esa banda.
Edelmiro: Es mucho más blusera esa experiencia. Y más sentida. Cuando tocan “Machine Gun”, las cosas que dice el tipo… Las letras… No era un tipo que solamente hacía pirotecnias en el escenario. Era extremadamente profundo.
Prietto: En una nota, Redding dice: “Nunca entendí por qué le puso Jimi Hendrix al proyecto”. Creo que no entendió nada…
Edelmiro: Una vez me preguntaron sobre el nombre “Color Humano”. Y yo le respondí: porque el mejor nombre ya me lo afanaron. “¿Cuál?” The Jimi Hendrix Experience [risas]. Por eso me fui a Color Humano, dije: “Okay, este es otro nombre que de alguna manera me permite pasar a través del tiempo, mis distintas experiencias con otros músicos”. De manera tal que ahora se va a venir un Color Humano para este próximo año, ¿viste? En algún momento, también porque va a tirar las experiencias de ahora que son muy variadas.
Prietto: ¡Qué bueno! Ahora me quedo con la intriga… ¿Qué tenés entre manos?
Edelmiro: Vida y muchas cosas para hacer, para compartir. Son cosas que se están dando. Así que ahí vamos a seguir.
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