
Antes de que comience la entrevista, Kevin Johansen advierte que tiene algo para mostrar. Y lo dice como prometiendo que será revolucionario. Entonces saca de un rincón del comedor de su casa un portarretrato que contiene una foto en blanco y negro que da constancia de una reunión cumbre, casi imposible. Cuenta que le pertenece a su compañera, quien se acaba de despedir y que aparece en el centro del retrato junto a Joan Manuel Serrat, pero no tiene muy claro el contexto. Lo cierto es que, aparte de ellos dos, en la foto posan Roberto Fontanarrosa, Ricardo Mollo, Alejandro Dolina, Quino, César Luis Menotti y Caloi. Días más tarde, se supo que este último había puesto su hogar a disposición para la reunión, así como el bacanal que se aprecia frente a la mesa. Aunque al momento de la foto ya eran solo restos.
Kevin tenía razón: semejante documento genera sorpresa, la misma que debió suscitar, años atrás, la noticia de que Kevin y Liniers habían decidido llevar adelante un espectáculo juntos. Nadie en su sano juicio podía suponer que esta alianza duraría demasiado, y mucho menos que daría como fruto tres álbumes, todos en directo. El más reciente se titula Desde que te Madrid, apareció el pasado 28 de marzo y es posiblemente el disco en vivo más extraño de la historia. Y es que, ¿cómo se puede apreciar ahí al dibujante en acción? “Eso fue lo primero que le pregunté a Kevin, y la segunda cosa fue: ‘¿Estás seguro de que vayamos 50/50 (de las ganancias)? Porque tranquilamente podríamos ir 90/10’”, se cuestiona aún el álter ego de Ricardo Liniers. A lo que Johansen le contesta: “El 90 es para vos”.
Este trabajo discográfico guarda un dato no menor: Liniers es el primer no músico, literalmente hablando (el término fue popularizado por el inglés Brian Eno, en los años 70, para diferenciar su papel del instrumentista tradicional), en firmar con el sello que publicó el álbum. “Cuando firmamos, le dije a Kevin: ‘Soy el peor músico de Sony Music’. Efectivamente, solo sé tocar una canción, y, sin embargo, estoy en una multinacional. Como no quería que me agarrara la culpa, me propuse dibujar todo lo que pudiera”. Johansen, quien se autopercibe como un “cansautor”, adjetivo que tomó prestado de Rubén Rada, leyenda de la música uruguaya, explica que la idea de su equipo de trabajo era hacer algo 360°, con vinilos y la filmación del show subida a YouTube, “para compensar lo sonoro”. En tanto el repertorio incluye, además, diálogos entre ambos.
“Kevin, no sé si estás al tanto de que los argentinos tenemos una imagen en el resto del mundo, una fama”, espeta el historietista en la primera conversación, llamada ‘El más humilde’. “‘Ahí va un argentino’, y ¿qué dicen después? ‘La humildad’. Y ‘generoso’ también te dicen”. A continuación, el músico recoge el guante: “Son famas que se hacen. Pero, en realidad, en Messi tenemos a nuestro primer argentino humilde, y el segundo es Liniers. El segundo más humilde en el podio de humildad”. Y Liniers retoma: “Voy a firmar esta generosidad (se refiere al dibujo que hizo durante el tema ‘Vals de la Luna’, que abre el repertorio) para que la puedan vender online más fácil”.
El tándem asegura que esos diálogos nacieron a partir de la improvisación, una vez que se dieron cuenta del beneficio de incluirlos durante sus presentaciones. “Con Liniers siempre decimos con mucho orgullo que no ensayamos ni guionamos nada, y el público igual lo disfruta”, revela Kevin, que el año pasado sacó su último disco de estudio, Quiero mejor. No obstante, una de las primeras consignas que establecieron para el espectáculo fue hablar de las características de los argentinos, y por sobre todo de los porteños. “Descubrimos en nuestros viajes por Latinoamérica y, en especial, por España que se ríen mucho de la humildad y de la generosidad del argentino. Con él encontré una forma de expresar esa cosa ‘desgenerada’, pero de forma magnificada. Él no es el del chiste fácil y gracioso, y yo el cara de póker”.
Desde que te Madrid lo conforman 23 tracks, de los cuales nueve corresponden a esas interacciones. En contraste con sus antecesores, Vivo en Buenos Aires y (Bi)vo en México, en el nuevo álbum de la dupla no participa The Nada, la banda de Kevin. Fue básicamente un show acústico con los dos en escena, lo que lo acerca a la primera vez que ensayaron esta performance fuera de Argentina, en Caracas. Para Liniers es como el Acusticazo: el primer unplugged a la manera argentina, organizado en 1972 en Buenos Aires y del que fueron parte Litto Nebbia, León Gieco, Domingo Cura, Raúl Porchetto, Edelmiro Molinari, Miguel y Eugenio, Miguel Krochik y David Lebón, en su debut en solitario.
“Antes de terminar esa gira por Europa, alguien del equipo sugirió que grabáramos el show de Madrid (el título está inspirado en ‘Desde que te perdí’, uno de los hits de Kevin), tomando en cuenta además que nos sentíamos cómodos en esa ciudad. Ahí vive Jorge Drexler, y las amigas de Las Migas están a unos pocos kilómetros, en Barcelona. Y mi hijo Tom tocó un poco el cajón”, evoca el cantante, compositor y guitarrista acerca del proyecto y sus invitados, con los que conmemoran los 15 años de esta dinámica, en el Teatro Albéniz, en septiembre de 2024. “Luego nos dimos cuenta del error de grabarlo y filmarlo el día en que estábamos más cansados, pero ya era tarde. Salió con esa adrenalina y energía. Madrid se convirtió en una especie de casita para nosotros, y por eso era lógico que esto sucediera allí”.
¿Cómo se comporta el público español con ustedes?
Kevin Johansen: Es muy “desgenerado”. Yo le pifié al marketing, por lo del nombre gringo. Tenía que haberme puesto el “Chango Johansen”. No sé si fue por eso, pero cuando fui allá por primera vez (a Barcelona, en 2002) estaba el primer exilio fuerte argentino, a causa del Corralito. Y no me conocían los argentinos. Los españoles les mostraban mi música, y terminé entrando por un público alternativo. En esa época, había salido mi primer disco, The nada, a través de un sello local independiente. Por eso no nos tocó el gueto rockero argentino.
“soy el peor músico del sello. Sólo sé tocar una canción y estoy en una multinacional”. (Liniers)
Ahora que la música argentina está de moda, principalmente en España, a partir de las diferentes diásporas que se produjeron desde el estallido social de 2001, ¿cuánto jugó a favor ese boom?
Kevin Johansen: Venimos tocando antes de ese boom, y lo que hacemos apunta a otro género y a otra edad. En esta época se puede ser un artista global de culto. Algo así como un Jim Jarmusch que tiene a sus fans en Tokio, y que van a ver sus películas igual que lo hacen sus seguidores en otros países. El idioma español es un fenómeno medio globalizado desde hace 20 años hasta esta parte, donde uno se cuela por las ranuras del mundo alternativo.
Liniers: A propósito de lo que dice Kevin, lo que hicimos con respecto al idioma fue “espanglishearlo” un poco cuando giramos por los Estados Unidos. Mientras que en países como Alemania preguntamos antes de los recitales quiénes hablan español. De pronto, aparece un alemán levantando la mano, diciendo que fue porque lo llevaron.
En músicas como el indie o el metal es más notorio y fácil hacerse de grupos de pertenencia fuera de la escena local, pero, en su caso, ¿cómo pasó?
Kevin Johansen: No sé si es un grupo homogéneo, son más bien acercamientos random. En el disco Tú ve estuvieron como invitados Josemi Carmona y Javier Colina (ambos músicos provenientes del flamenco). También pegamos muy buena onda con Las Migas, Coque Malla, Muerdo y Albert Pla, que es un freak amable. Al menos con nosotros, es súper a tierra. Por ejemplo, él hizo coros en ‘Anoche soñé contigo’, que es una canción muy dulce.
Liniers: Con Albert hice el libro Soñadores (inspirado en la canción homónima del artista catalán, e incluida en su disco de temática infantil Vamos a la cama). Aunque tiene un tema en el que dice con la misma dulzura: “Un político muerto, un político menos”.
El alaskano y el porteño construyeron una propuesta desde cero que tiene pocos parangones en el mundo. Si bien apunta hacia la performance, de la misma forma que lo hacen Laurie Anderson o la sociedad entre Patti Smith y Soundwalk Collective, su impronta es de arraigo popular. Lo más parecido a lo que ellos hacen, que haya pasado por los escenarios argentinos, fue la dialéctica de Muchachito Bombo Infierno, álter ego del rumbero catalán Jairo Perera, con el pintor e ilustrador Santos de Veracruz. O el show del rapero Residente, ex Calle 13, que contó con las ilustraciones en tiempo real de la madrileña María Emegé. Otra analogía que vale pena destacar es la camaradería que surgió entre el pianista de jazz Brad Robin y el pintor estadounidense Dimitri Pavlotsky.
“También estaban Velvet Undergound y Andy Warhol (haciendo el espectáculo multimedia Exploding Plastic Inevitable) y Salvador Dalí pintando mientras un tipo tocaba flamenco”, agrega Liniers. “Cuando subimos por primera vez al escenario, ya éramos amigos desde hacía cuatro o cinco años. En la época del disco City Zen , Kevin me preguntó si podía hacerle un dibujito para el booklet del CD, en la canción ‘Oops!’. Yo quería estar adentro de un disco que me gustara, pero como agradecimiento, de la misma forma que aparecían en los discos que escuché toda mi vida. Mi fantasía era esa, y la falta de talento no me iba a detener”. En tanto Kevin subraya: “Es un gusto por el surrealismo y por el sinsentido de a ratos. Arrancamos con un afiche y luego, tímidamente, se subió a hacer un mural”.
¿Y cómo se lidia con la timidez sobre el escenario?
Kevin Johansen: Desde un primer momento, noté intuitivamente algo muy interesante de él. Existe la creencia de que los músicos son extrovertidos, y la realidad es que hay de todo. Conozco músicos que son muy para adentro, fóbicos, padecen el escenario. Alguno que otro me dijo que sus mejores amigos se iban del show cuando veían que se ponía nervioso. Pero, Ricardo no padeció nunca el escenario, lo disfrutaba, y eso era un gran plus. Él dice en pasado que era tímido, y eso me da mucha risa.
“tengo la teoría de que liniers se hace el bueno, pero en realidad es malo. tiene oscuridad”. (kevin)
Liniers: Yo sufría la timidez: me cerraba a la gente, y me empecé a sacar eso con los dibujos. Kevin es el amigo que te va llevando. Me decía: “Ricardo, es por acá”. Yo le respondía que soy medio aparato, que no le convenía en el escenario, y él me contestaba: “Vemos luego. Si fracasa, no pasa nada”. La timidez es como un embudo, y cuando querés caerle bien a alguien que no conocés, el mundo se te viene encima, y te tirás para atrás. La manera como maté al monstruo fue subiéndome al escenario: presentando mis libros o con Kevin.
¿Cómo te convertiste en dibujante?
Liniers: Era chiquito, tendría tres años, me dieron algo para dibujar, y ahí me convertí en dibujante. La diferencia entre los dibujantes y los que no dibujan es que ellos también lo eran, porque en alguna época todos lo hicieron. La pregunta es por qué la gente deja de hacerlo. Y eso es una lástima. Más adelante, se dio la necesidad de que eso que me gustaba hacer se convirtiera en mi trabajo. Tardó un poquitito en que pasara, pero acá estamos.
Gastón “Cheto” Piñero, encargado de las visuales de los shows de Kevin y Liniers, fue el que trajo la idea de hacer algo de manera mancomunada. La primera ocasión de los dos en un mismo escenario sucedió en diciembre de 2008, en la Ciudad Cultural Konex, en coincidencia con la salida del libro Oops!. Aunque aún no había un relato que los unificara. Meses más tarde, en mayo, cuando ni siquiera el autor de ‘Down with My Baby’ era famoso en el resto de Latinoamérica, Caracas se animó a comprar la propuesta del tándem, lo que, a su vez, ayudó a la internacionalización de ambos. Según Ramiro Vicente, mánager del músico y quien estuvo presente en esa performance, lo mejor de esa experiencia fue “la inconsciencia artística”. “Y mirá en lo que se convirtió años después”, celebra.
“En la previa del show en Caracas, me pasé todo el viaje esperando a que Kevin me dijera lo que tenía que hacer”, revive el dibujante. “Pensé que lo guionaríamos, pero no: hablamos de fútbol, de cualquier otra cosa. Cuando terminamos, él se me acercó y me dijo: ‘Ricardo, tengo que entender la risa como aplauso’”. La sala en la que consumaron el espectáculo en la capital venezolana, el Centro Cultural BOD-CorpBanca, en la que reincidieron algunos años luego, Liniers la recuerda como un “teatro estrábico”, a razón de que su disposición tiene forma de vértice, dividiendo las butacas en dos sectores que no suelen estar en contacto visual debido a que hay una pared de por medio. De hecho, el escenario es rectangular. “Cuando terminamos, se levantaron a aplaudir los de un lado, y los del otro no. No entendí el efecto”.
¿Cómo fueron puliendo la narrativa de sus shows?
Liniers: Todo sale en el escenario. El otro día Kevin se compró un ukelele doble, igual que las guitarras eléctricas, y como objeto nos parecía gracioso. Creo que fue lo único que ensayamos previamente. Hay un video en el que aparece (la fotógrafa) Nora Lezano haciendo que toca ‘De música ligera’, de Soda Stereo, pero en realidad las manos que lo hacen son las de Gustavo Cerati, quien está detrás de ella (escondido en un telón negro, lo que se puede ver en un video que circula en YouTube). Yo toco la parte de abajo del ukelele, y él la de arriba. Cuando veo algo kitsch, tengo la teoría de que el único que la compraría es Kevin.
¿Cuál es el límite en el tipo de humor que manejan?
Liniers: El teléfono generó una comunicación anónima, hay algo de eso que hace que salga una parte muy fea de nosotros. Mirá a los presidentes que tenemos, antes no hablaban así, por más que haya gente que se ría de eso. Eso no es sentido del humor, eso es ser un hijo de puta.
Kevin: No conocemos nuestras limitaciones. Te digo lo mismo que la frase que está afuera de casa: “Aquí nadie tiene la razón”. La decían Gabriel García Márquez y sus amigos cuando se peleaban. Hace mucho que quise soltar eso, y ahí me di cuenta de que el mundo vive equivocado y de que yo tengo la razón. A Spinetta le encantaba Tangalanga, y hacía chistes suyos; y Serrat era superamigo de Fontanarrosa, y se cagaban de la risa. Sin embargo, hay una cosa muy personal de los músicos que es que al subir al escenario solo muestran una fachada de quienes son. Yo no creo en eso. Ser dark hoy es fácil, estamos en un mundo dark. Me parecen más desafiantes los colores intermedios.
¿Sigue siendo solemne el arte latinoamericano?
Kevin Johansen: Cortázar decía que los novelistas latinoamericanos eran más solemnes, porque la ironía en el mundo anglosajón era entendida como algo sofisticado. A lo Oscar Wilde, que hacía crítica social desde el humor, o como Monty Python. Cuando llegué a la Argentina, a los 12 años, mi mamá me llevó a ver a Les Luthiers, y un amigo me llevó a ver a Charly García. Creo que ética y estéticamente nos entendemos mucho. Él trae a la mesa algo que me interesó, que es riesgoso y que se parece a lo que te mostré en esa foto (la de Serrat, Fontanarrosa, Mollo, Dolina, Quino, Menotti…). Yo tengo la teoría de que Liniers se hace el bueno, pero en realidad es malo. Tiene oscuridad, y te tira la zancadilla por debajo. Es naíf y nice, y de paso es bastante resentido.
“Sufría la timidez y me la empecé a sacar con los dibujos. kevin es ese amigo que te va llevando”. (Liniers)
Si bien hoy hay más músicos que en cualquier época de la cultura pop, los historietistas encuentran menos espacios para sobrevivir. Al punto de que la viñeta está en peligro de extinción.
Liniers: Eso pasó por la inteligencia artificial, Miyazaki y todo ese mambo, lo que nos lleva a preguntarnos no qué pasa con el arte, sino por qué consumismos arte. No existe la pulp fiction más perfecta. Si todos quisiéramos acceder al arte más perfecto, solo miraríamos pinturas de Miguel Ángel y escucharíamos a Beethoven. Pero ¿por qué nos miran a Gustavo Sala (el historietista marplatense, creador de tiras cómicas como Bife Angosto, Hijitos de Puta y Lo que no importa esta acá) y a mí? Por la imperfección. Es la misma razón por la que escuchamos a los Ramones o a los Sex Pistols. Al final de cuentas, no se trata de una cuestión de imperfección o de perfección, sino de humanidad.
Kevin Johansen: Por eso en la tapa del disco pusimos “Hecho con IE”, hecho con “inteligencia emocional”. No olvidemos que la inteligencia artificial la inventamos nosotros, así que tan inteligente no va a ser.
El mano a mano se produce en el comedor de la casa de Kevin, o más bien en la pequeña sala lindante, donde hay un sofá de dos plazas que el dúo habita como si fuera un universo aparte. Sin embargo, lo llamativo es lo bien que se complementan: cuando la pata musical del proyecto no completa una idea, lo hace el dibujante. Al tiempo que Kevin puede hacer un escaneo preciso de un pedacito de la idiosincrasia de su socio. “Con tus amigos, tenés cierto sentido de humor en común, puntos en común. Pero cuando arrancás con una banda, lo que te importa es que ese bajista toque bien”, asevera Liniers. Y Kevin opina, “Es lo mismo que te pasa en la escuela: tenés compañeros con los que no hay onda, pero está todo bien. Y hay piel con otros. Mi experiencia con The Nada la comparo mucho con la escuela”.
A veces pareciera que su mundo pasa por otro lado, pero ¿es la música realmente esencial para un dibujante?
Liniers: Escucho un montón de música, es algo que tenemos en común los dibujantes porque nuestro laburo es muy solitario, y nos rodeamos generalmente de músicos. Pronto iré a ver a Nick Cave en Boston, con mi hija Matilda. Y en casa, como todo expatriado, escucho mucho a Charly, los discos viejos de Fito, el más reciente de Lisandro [Aristimuño] o Kanaku y El Tigre (trío peruano de folk psicodélico), que me gusta mucho. Ahora estoy en un momento muy divertido de mi vida porque mis hijas le entraron duro a The Beatles, y es muy lindo ver cómo se escucha eso a través de oídos nuevos.
Kevin Johansen: Y los músicos somos muy fans de las historietas. Crist hizo la que aparece en el primer disco de La Máquina de Hacer Pájaros, y Caloi dibujó la portada de Otroletravaladna, de Divididos. En el rock argentino, el arte gráfico siempre estuvo bastante presente.
Aparte de las historietas y de otras expresiones artísticas como el cine, algunos músicos argentinos están atravesados por la espiritualidad, la metafísica y el desarrollo de la conciencia. O al menos estuvieron en contacto con ellas. En noviembre de 2017, se realizó en Niceto Club el evento ‘Buenos Aires saluda a David Lynch’, a beneficio de la sede argentina de la Fundación David Lynch LATAM, concebida para garantizar el aprendizaje y la práctica del programa de meditación trascendental entre los jóvenes de la región. Ahí Johansen, amén de tocar en vivo, ofició de conductor. No solo eso: entrevistó al cineasta, fallecido en enero de este año, quien se había conectado vía internet, previo a la era del Zoom. Fue lo más cercano que estuvo el creador de Twin Peaks de Argentina.
“Eso ocurrió a partir de un convite de Diana Glusberg, de Niceto. De paso, me invitaron a una suerte de enseñanza sobre meditación trascendental, a la cual fui a lo largo de un mes, incentivado por lo positivo de lo que David habló en esa histórica conferencia”, repasa el otrora Instrucción Cívica, cuyo interlocutor de ese entonces encontró en la técnica creada por Maharishi Mahesh Yogi (también gurú de The Beatles) una gran fuente de inspiración. “Lo más llamativo fue que se prestó con una sencillez increíble a hacer esta especie de entrevista, desde París, a las dos o tres de la mañana de allá; y lo que le sirvió a él la meditación trascendental respecto al hecho creativo. Recuerdo mucho que dijo que las ideas fluyen cuando uno está en ese estado de desconexión. Agradezco esa experiencia y que me dieran mi mantra, gracias a él”.
Esa noche tocaste tu apropiación en clave de música country de ‘Modern Love’, clásico de David Bowie que también forma parte de Desde que te Madrid.
Kevin Johansen: ‘Modern Love’ es uno de esos temas irrompibles, y es que su estructura está tan bien armada que podés pasarla a otros géneros, como yo lo pasé al country. Es un tema que podría haber hecho Johnny Cash, con producción de Rick Rubin. Esa canción me sentó muy bien, recuerdo que colegas me lo ponderaron. Es un tema que llevo mucho en los setlists, más allá de las formaciones con las que toque.
Desde que te Madrid es la consecuencia del reencuentro de la dupla, en 2022, tras siete años sin compartir escenarios, y con la que realizaron 60 shows en América y Europa, a los que sumarán 40 en 2025. “Nos dimos cuenta de que el público estaba abrazando la idea de vuelta”, enfatiza Liniers. “Cuando volvimos con esta gira, hubo un montón de gente que sabía del show y quería verlo. Mi ideal de público es el que viene sin saber nada”. Y Kevin, que con Liniers celebró la edición del disco el 30 de abril en Buenos Aires, en Niceto Club, desenfunda: “Siempre remarco que él hace algo que nunca se escucha, y que yo hago algo que no se ve. Ese complemento está ahí. A mí no me hace falta que la atención esté puesta sobre mí, y cuando él está me aligera mucho eso”.
¿Dónde terminan todos los dibujos que se hacen en los shows?
Liniers: Desde que empecé a hacer esto, no tengo ni un solo dibujo en casa. Quizá tengo un recorte de alguno de los murales. Hacemos avioncitos de papel, que tiramos al público, con los dibujos (son pintados sobre cartulinas, con acrílicos y pasteles al óleo, en una mesa adelante del escenario, mientras la hechura es registrada por una cámara y proyectada en una pantalla; estableciendo la complicidad y reemplazando a la pintada del mural de los inicios). Alguno queda para el dueño de la sala. Algún día aparecerán en DeRemate.com, y me voy a querer matar. Son aproximadamente 20 dibujos por show. Son dibujos que hice en dos o tres minutos, como las canciones de Kevin. A veces, tienen que ver con la letra, y en otras ocasiones son un contrapunto. Pero no me puedo tomar en serio todo lo que hago, es arte pop que la gente lo tiene y lo enmarca en su casa.

¿No es una paradoja presentar un disco en vivo?
Kevin Johansen: Me encantan las contradicciones. El show dura 22 temas, y en el disco lo pasamos a 14 para que entre en el formato de vinilo.
Liniers: Luego de hacer los libros Oops! y Bi, publicaremos uno nuevo que gira en torno a Desde que te Madrid y que se llamará Nuestra forma de comunicarnos. Son todas las historietas que hice para el show, incluyendo otras que no están en el disco.
Otra ironía que late en esta asociación es que desde hace algunos años se invirtieron los roles geográficos: mientras el norteamericano vive en el sur del continente, el sureño se mudó al norte. “Está estipulado por contrato que tenemos que vivir en hemisferios diferentes”, bromea Liniers, quien fijó residencia en Vermont, Estados Unidos. “Cuando uno vive afuera tiene que adaptarse a un montón de cosas, y mi laburo pasó por ese proceso. Hace unos años que me empezó a distribuir un sindicato, y lo hacen en 300 diarios de todo el mundo. El texto lo hago en inglés y en español, y funciona para los dos idiomas. Pero cada tanto tengo que hacer un texto en inglés, lo que es interesante luego de trabajar en castellano”.
Justamente fue a partir del bilingüismo que el dibujante descubrió al músico, a principios de este milenio. “Yo escuché a Kevin en el programa de Fernando Peña, que lo estaba entrevistando en inglés y en español. Luego lo fui a ver en vivo, y más tarde lo dibujé en la tira Bonjour, donde lo bardeé. Dije, ‘Seguro se llama Carlos Gómez, y se hace el canchero’”, rememora. “‘Desgenerado’ es la mejor palabra que encontró Kevin para describir lo que hace, porque es básico que en la música te quieren poner en un lugar. Pero lo que me gustó de su primer disco fue que de pronto tenía ‘Guacamole’, luego otra cosa más latina, un bossa nova y algo más pop. Es lo que yo estaba haciendo de cierta manera con Macanudo, que no tiene un humor político. Son todos los humores, que cambian constantemente”.
La inventiva de este laboratorio creativo se sustenta en la comunión entre humor e improvisación. ¿Son conscientes de la herramienta que concibieron?
Kevin Johansen: Maya Angelou dijo: “Crear es lo único que no se agota. Cuanto más creás, más te sale”. Me gusta mucho esa frase, al igual que una de François Truffaut que dice, “Un pesimista es un optimista con experiencia”. Sin embargo, con el devenir de las giras vas pensando más en lo que querés comer antes o después del show. Las preocupaciones pasaron a ser otras.
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