La liturgia
Los alrededores del estadio de Vélez Sarsfield tenían todos los ingredientes de un show popular de estadio: micros escolares estacionados en plena Avenida Juan B. Justo, de esos que te llevan al conurbano o al interior del país, toda clase de oferta gastronómica ambulante, esa fauna relativamente nueva que son los vendedores de stickers, y el batallón de comerciantes de merchandising clásico, en este caso las remeras con la estrella incompleta como logo de No vayas a atender cuando el demonio llama, el sexto álbum de la cantante. Si bajabas del tren Sarmiento podías ver un desfile de mantas ofrecer estos productos hasta en el puente peatonal que pasa sobre las vías a la altura de Rivadavia y Carhué.
Cuero, glitter, transparencias, el público no se privó de nada a la hora de vestirse para ver a Lali. Estaban invitados a una fiesta de 50.000 asistentes.
Los climas
Tres claros climas sonoros marcaron la propuesta del show. El primero reflejó el momento actual de Lali, rockero, con guitarras y sonidos más oscuros. “Lokura”, “33” y “Tu novia II” son algunas de las canciones que integraron el primer bloque del concierto. Tan rockera venía la mano, que al final de “N5” sonó una parte de “Killing in the Name” de Rage Against the Machine. El siguiente momento, más íntimo, presentó baladas románticas como “Incondicional”, “Perdedor”, “Ego” y “No hay héroes”. No faltó la emoción: Lali se quebró en “Incondicional” (que se la dedicó a Martín Galán, amigo y coescritor) y se tapó la cara tratando de disimular las lágrimas.
El tercer momento fue la fiesta pop hitera, con una mezcla de electropop y pop-rock, con “Mejor que vos”, “Motivashion”, “Disciplina”, “Plástico” y ‘Fanático”, como máximos disparadores de la euforia, con pogo descontrolado incluido.

Los invitados
Lali es conocida por estar dispuesta a cantar en shows de los colegas con los que comparte colaboraciones; por ser “la que siempre está”. En la fecha del sábado en Velez se pudo ver a Joaquín Levinton, con el que hicieron una versión similar a la original de “Loco un poco” de Turf; a Ale Sergi y Juliana Gattas, de Miranda!, que encendieron la pista con “Mejor que vos”, la última y hitera colaboración del dúo con la cantante; y a Taichu, que hizo “S.O.S”, una collab que juega con los géneros urbanos y la sensualidad exacerbada.
También Moria Casán apareció en el escenario para dar su bendición de diva del espectáculo en “Quiénes son?”, el tema que comparten con Lali. “Por primera vez en la vida me cuelgo de alguien”, dijo mientras el público la ovacionaba.

La comunidad
“Porque es hoy, quien encuentra la libertad, con la fuerza de la verdad, una historia real, soy lo que ves”. “Soy” es una canción reafirmatoria y orgullosa de la identidad que la comunidad LGBTIQ+ en Argentina adoptó como símbolo, como otrora fue “Soy lo que soy” de Sandra Mihanovich para las generaciones de la disidencia sexual en el siglo XX. Esta canción formó parte del bloque hit popero y tuvo a 16 drag queens en escena, con la bandera multicolor flameando en el medio del escenario y también en las pantallas. Las grandes estrellas pop suelen dedicar un momento a la comunidad y, en un gesto de agradecimiento y apoyo, Lali siguió la tradición. Las drags ya la venían acompañando en otros shows, como en la presentación en vivo en la entrega de los premios Gardel 2024.
El récord
Lali pisó con un grado extra de familiaridad la cancha de Vélez. Es que ostenta un récord en relación con ese estadio: fue la primera mujer argentina en lograr llenarlo. Nada de chiquitas, Lali es un fenómeno masivo que puede llenar tres Vélez al hilo con un público mayormente de feminidades.
El carisma
Las coreografías fueron perfectas, hubo un gran despliegue escénico con 31 artistas en escena. Pero, aun así, lo que destacó en el show fue el famoso “ángel”, el carisma que Lali viene desarrollando desde su primer rol en la televisión en Rincón de luz, la serie infantojuvenil de Cris Morena, un spin-off de Chiquititas (que algunas nos negamos a ver porque las huérfanas que nos convocaban eran las de los noventa y ya estábamos grandes, admitámoslo). Una se convierte en Pedro Rosemblat en el medio del show, embobado con ella. Es hipnótica. La faceta de la actuación es clave para su show, donde cada cara, cada mirada, invita a un sentimiento, donde nada está librado al azar, donde lo que suena tiene que generarnos algo, lo que sea, menos indiferencia. Ella sabe como mover cada parte de su cuerpo para que nunca desviemos la vista.
Fanático
Cuando las luces del estadio se apagaron, en esos segundos de transición hasta que el artista aparece en escena, eso que a veces puede resonar en el estómago como una vibración interior que dice “ya se viene”, los cánticos de todo Vélez retumbaron: “Y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta votó a Milei”.
Recordemos que Lali sufrió los agravios del presidente Javier Milei y sus seguidores desde que, post elecciones, se expresó preocupada por su ascenso al poder. Desde agosto de 2023, la guerra fue tomando diferentes matices, pero el ensañamiento no se detuvo. Lali estrenó en 2024 “Fanático”, una canción que habla de alguien obsesionado con ella desde un lado negativo, y todas las luces apuntaron hacia el presidente libertario.
Esta tensión tiene como contexto el ataque del Presidente a la comunidad LGBTIQ+ y a los derechos conquistados por los feminismos en Argentina. Este combo, sumado a la represión estatal en alza, da como resultado que Lali sea uno de los emblemas culturales de la resistencia contra el gobierno. Y esto se sintió en el estadio. Se escucharon varias veces los cánticos en contra del presidente: “Milei, basura, vos sos la dictadura”.

Como preámbulo de “Fanático”, Lali agradeció a los fans porque la bancaron ante esos ataques sin ser “soretes”, es decir, sin seguir el juego de la agresión de los acosadores. Cuando los cánticos anti Milei se escucharon una vez más en el estadio, Lali agregó: “Esto no es contra de los votantes. Banco el canto, pero lo que importa es qué clase de persona sos con el otro. El corazón de alguien es lo que importa. Pero hay que hacer canciones para devolver un poco la patada”.
Una sonrisa pícara se dibujó en su cara y explotó Vélez. La catarsis era colectiva, la opresión necesitaba un alivio momentáneo. Para quienes el gobierno de La Libertad Avanza es una pesadilla, era necesario un momento para vivir algo menos hostil, al menos por dos horas y media.
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