En 2024, el mundo del rap le pertenece a Kendrick Lamar. No es que solo haya logrado dos singles número 1, uno junto a Future y Metro Boomin con Like That, y un segundo en solitario con Not Like Us – y tal vez un tercero en camino antes de que acabe el año. Tampoco es que haya sido nombrado como el artista que actuará en el show de medio tiempo del Super Bowl LIX en Nueva Orleans.
Al encender las fuertes tensiones con su ex-colaborador Drake en un horrible cataclismo de canciones tirándose odio y de testimonios sin fundamentos, Lamar, efectivamente rehizo su imagen pública, pasando de ser una superestrella poética, imaginativa y enigmática a un eje del West Coast lleno de ira, venganza y orgullo, dejando a antiguos admiradores tratando de comprender como un ganador aclamado del Premio Pulitzer pudo recurrir a llamar a su rival un “pedófilo” y un “maldito colonizador.” (Por su parte Drake, mencionó que Lamar era un abusador doméstico.)
La pelea de Drake contra Kendrick pudo haber sido cuestionable, incluso convirtiéndose en la batalla de rap más grande en una generación. Con Not Like Us de Lamar convirtiéndose en la primera batalla de rap en ganar una nominación al Grammy como Canción del Año. Esto también ayudó a que Lamar limpiara su imagen del “chico bueno” que representaba la fibra moral del género. Sí, el rap puede ser una llamada cercana a lo espiritual, una expresión pura de la creatividad negra. Como sea, parafraseando una cita de Mack 10 de un episodio de Unsung sobre DJ Quik, el rap también es un deporte de gladiadores. Para ganar devuelta la pasión de los fanáticos del rap alucinados por tratados profundamente conceptuales y generosos tratados como DAMN y Mr. Morale & the Big Steppers, Lamar tenía que probar que aún puede pelear. “¿Alguna vez haz tomado un fade y haz corrido tres más seguidos?/ Oh, ¿no lo has hecho? Entonces cállate y mantenlo en rap,” gruñe en Dodger Blue de su nuevo álbum, GNX.
Como un cierre a la extraña y emocionante temporada de MVP de Lamar, GNX trata de aceptar su doble identidad: la espiritualista que escucha su voz interna como Dios en Reincarnated, y el “golpeador de barrio” quien escupe veneno a los detractores reales y apreciados en Wacced Out Murals. Predeciblemente, es este último el que ha generado gran polémica en internet. Lil Wayne, quien se quejó fuertemente después de que la NFL lo dejara de lado en favor de Lamar para el Super Bowl LIX, escribió en X, después de escuchar que su nombre fue mencionado (“Creo que mi arduo trabajo decepcionó a Lil Wayne”). Por su parte, Snoop Dogg también tomó su llamado por la misma línea (“Snoop publicó [la pelea entre Drake y Lamar] ‘Taylor Made’, espero haya sido por los comestibles”). Estos versos pueden ser un giro extraño para aquellos que recordamos Lamar´s C4, un mixtape de 2009 que rindió tributo a Tha Carter III de Wayne.
Pero como Lamar dice en TV Off. “El negro se siente con derechos porque me conció cuando era niño/Perra, dejé de hablarle a mi abuela porque ella no lo ve como yo lo veo.” Mientras tanto, Drake sigue recuperándose de la derrota que cambió su carrera ante Lamar, aprovechó la oportunidad de enfocar nuevamente la atención en sí mismo y se unió al livestream de Kick.com de Felix “xQc” Lengyel para dar algunas respuestas débiles.
A principios de septiembre, Lamar posteó una canción sin nombre en Instagram, llamada no oficialmente Watch the Party Die, en donde criticaba reflexivamente a las hordas de “chuds” que entorpecen el discurso del hip-hop. Dicha canción no está incluida en GNX. Sin embargo, recupera Heart´t. 6 añadiendo otro capítulo a la serie que comenzó en 2010. (Durante su batalla, Drake utilizó de manera burlesca el título de una de sus batallas). Respaldado con un sample del clásico R&B de los noventa de SVW Use Your Heart, Lamar recuerda su relación de larga duración con Top Dawg Entertainment – pagando sus deudas como hype man del entonces rapero emergente callejero Jay Rock a mediados de los 2000, estudiando el flow de Ab-Soul – y explica nostálgico el porqué se fue y creó su propia compañía, pgLang. “Ahora es sobre Kendrick, quiero evolucionar, colocar mi serie de habilidades como un ejecutivo negro”, rapea. Pero también admite “refresco mi memoria, sabiendo que Black Hippy no funcionó por mi culpa/ Creativamente, seguí adelante con nuevos conceptos a mi alcance.”
Este nuevo concepto post-TDE, post-”The Pop Out”, muestra a Lamar como una especie de alcalde no oficial, un constructor de imperios parecido a Ice Cube, Snoop y Jay-Z. GNX ofrece numerosos riffs sobre el arrasador “ratchet” de Not Like us, desde Squabble Up hasta Dodger Blue. Invita a numerosos raperos underground a unirse, como AzChike (que arde en Peekaboo), Dody 6 y Lefty Gunplay (quien canta como Lil Baby al final de TV Off). Algunos cameos de la cantante de mariachi Deyra Barrera muestran cómo la cultura mexicana se extiende por toda la ciudad, aunque uno lo note o no. Hasta el título del álbum por sí mismo es un Easter Egg: el Buick GNX Regal es un carro que conducía al padre de Lamar desde el hospital donde nació Kendrick. GNX, entonces, es un retrato de tiempo y lugar, aunque estos subtextos quedan en segundo plano últimamente frente a la lucha continua contra el ego y lo que Lamar quiere lograr con su talento generacional.
Para los fans que encontraron consuelo en la valiente forma en la que abordó el autocuidado y proclamaba “me quiero a mí mismo”, logró que se llamara a sí mismo un hipócrita por desear objetos materiales y por luchar abiertamente por tener éxito financiero. Tal vez GNX se sienta como una rendición, otro tratado más sobre el corporativismo en el hip-hop.
Uno se pregunta si Lamar podría haberse convertido en un artista diferente si no hubiera sido forzado a conquistar el octágono del rap, uno más sintonizado a su esencia y cualidades de “buen chico”. Hay que darle crédito, pues aún se cuestiona a sí mismo. En ecos de To Pimp a Butterfly´s y Mortal Man, imita la voz de 2Pac mientras describe a 2 músicos, un hombre de blues quien murió “con mi dinero, la gula era muy atractiva” y una mujer quien murió “con jeringas clavadas en mí”. El tercer verso lo muestra peleando con su voz de Dios interior. “Pero tu amas la guerra”, dice Dios. “No, no lo hago.”

Al final de la pista, Lamar promete “usar mis dones para traer entendimiento”. Pero ¿qué tal si su audiencia, esos malditos fanáticos del rap, solo quieren guerra, murales extravagantes y aparecer en la escena? si queremos pelear, entonces él estará más que feliz a servirnos eso también. “Más dinero, más poder, más libertad, todo lo que el cielo nos permita/Perra, lo merezco todo”, rapea en “Man in the Garden.” Sí, Lamar es el GOAT del 2024, eso es seguro. Y, en su mayoría, GNX prueba el porque se ha ganado ese título. Pero la pregunta existencial es, si un hombre está permitido en el reino de los cielos o si todo el sistema merece un cambio estructural, es algo que frustrantemente se mantendrá sin resolver.
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