
Es realmente difícil encontrar un músico latinoamericano con la versatilidad y el recorrido de Jay de la Cueva, y estas palabras se sustentan con la propia historia de un personaje que ha contribuido en las carreras de bandas como Molotov, Fobia, Víctimas del Doctor Cerebro, Moderatto o Titán.
La batería fue el primer amor de Jay, y en ese contacto tuvo el acompañamiento de su padre, Javier de la Cueva, auténtica leyenda del rock mexicano por su trabajo con Los Camisas Negras y Los Hooligans.
En los años 80, vimos a Jay dar sus primeros grandes pasos en la industria con Microchips, para luego encontrarlo como colaborador de Víctimas del Doctor Cerebro y miembro fundador de Molotov, pasando después a encargarse de la batería en Fobia. Cuando esta banda entró en procesos de intermitencia, Jay empezó a explorar con mayor frecuencia y notoriedad mediática otras posibilidades, demostrando una capacidad enorme para abordar múltiples géneros y sonidos, incluyendo la extravagancia de Moderatto en su papel de Bryan Amadeus. Sin embargo, solo hasta 2024 se arriesgó como solista con su primer álbum, y ahora lo vemos regresar a Molotov para darle una mano a sus amigos.
“El regreso a Molotov es increíble porque mis compañeros de banda son tremendos músicos”, dice. “Se está amarrando de una manera increíble; he tenido que volver a practicar y aprenderme las canciones que no se hicieron conmigo. Ellos ya tienen muchos más discos, en realidad yo nada más hice ese primer disco con la banda, ¿Dónde jugarán las niñas?”.
Nada más, y nada menos.
Con Molotov tocaba el bajo, y ahora —mientras Tito se recupera— se está haciendo cargo de la guitarra en vivo; “Estoy muy enamorado de ser otra vez guitarrista”, dice en otro punto de esta conversación. Pero antes nos contó que ya está trabajando en las canciones de su segundo disco como solista y consolidando nuevos materiales para The Guapos, la banda que tiene con Adán Jodorowsky, El David Aguilar y Leiva.
La versatilidad, como multiinstrumentista y artista que aborda un montón de sonoridades y de géneros, siempre ha sido, desde mi perspectiva, tu principal fortaleza, ¿cómo logras mantener el equilibrio entre toda esa movilidad y una identidad?
Bueno, partamos de que me gusta mucho jugar. Creo que el hecho de que comencé a ser un músico siendo un niño, me relacionó con el disfrute, con la dicha de ser un músico. Creo que cuando te la piensas mucho y empiezas a ponerle palabras a las cosas, eso te define. Las palabras son muy poderosas, y eso te da una claridad. Pero el hecho de ser un niño que estaba jugando, me hizo desplazarme a distintos instrumentos, a seguir jugando, no tanto a decir, “¿Cómo se me va a encontrar en el mundo, y cómo voy a definir y a afrontar, a defender o voy a hacer esto?”. Creo que fue de una manera muy natural, y sigue siendo un recordatorio para mí, moverme desde estos lugares. En un momento donde todo se vuelve tan solemne y tienes que explicar mucho lo que haces, a mí me gusta que de una manera muy natural uno haga lo que le hace sentir bien para poderse expresar.
Obviamente, si nos ponemos a profundizar, y siendo más clavados, podría tener que ver hasta con un déficit de atención, de todos los ruidos que debo tener en la cabeza, de estar jugando con distintos personajes, con distintos instrumentos. El hecho de ser un multiinstrumentista me ha permitido, de alguna forma, tener un 360° para la música. Hay distintas vistas, y me parece muy interesante, y hasta ahora, ya siendo adulto, me empecé a dar cuenta de estas cosas, antes no las podía explicar y había un encanto en eso.
Mi compromiso con la música ha sido muy honesto y muy genuino; soy hijo de un músico, crecí tocando, amo tocar, es la manera en la que me pude relacionar con la gente y en el mundo, o sea, si no hubiera hecho música, no sé qué hubiera sido de mí.
De alguna manera, esa es tu identidad, o tu identidad no está marcada por ser un gran baterista o un multiinstrumentista, sino que tu identidad la entiendes así, como un niño que un día puede ser policía, y al otro día puede ser un dragón, y al otro día puede ser un astronauta.
Sí, creo que está siendo linda esta conversación, es como si fueras mi terapeuta, ¿no? [Risas] Es que pasa eso, como que yo siempre he sentido que algo se pierde cuando lo empiezas a…
Cuando lo defines, lo limitas.
Desde niño, por ejemplo, te dan un nombre, y ¿qué tan cómodo te sientes con ese nombre? Sobre todo con tantas generaciones que hemos tenido el mismo nombre del papá y del abuelo. Me pusieron el mismo nombre de mi padre y nunca me dijeron así, yo siempre respondí al nombre de Jay, desde niño me decían Jay, me decían ‘Jaycito’.
Siempre, desde muy joven, me preguntaban, “¿qué banda tienes?”, y “¿qué instrumento vas a tocar?”. Cuando me presenté por primera vez en una escuela, queriendo tener una formación más formal de músico, no pasé el examen psicológico porque el test preguntaba qué instrumento quería tocar y yo me inscribí para contrabajo, piano, guitarra y batería. Dijeron: “Es que no se puede, tienes que elegir un instrumento”. Para mí, eso crasheó mi maquinaria. Y les dijeron a mis papás, “Es que no podemos hacer nada, tiene que escoger un instrumento y se tiene que dedicar dos años al solfeo, a la escritura, para ver si después de eso puede entrar a tocar algún instrumento”. Me desanimó mucho eso, no tomé el curso.
Pero empezaste siendo baterista.
Así es.

¿Cuál es el instrumento en el que te refugias?
Es que tengo una comunión con cada uno de esos instrumentos de una manera profunda, divertida, hay distintas sensaciones en cada uno de los instrumentos.
Si tuviera que decir lo que más toco durante el día oscila entre la guitarra y el piano. Pero habría que ver, porque en la casa no tengo armada la batería, no sé si estaría tocando la batería. Lo que sí estoy tocando todo el tiempo son la guitarra y el piano, porque son los instrumentos que están en casa; es eso de estar tocando no porque tenga un compromiso, porque tenga un show, porque me tenga que aprender algo, sino lo que genuinamente está sucediendo todo el tiempo.
Con la guitarra y la voz tengo mi vehículo para comunicarme más literalmente, con la escritura. Aunque siento que me puedo comunicar muy bien por medio de los ritmos. Creo que la esencia de mi acercamiento de manera natural a la música fue rítmicamente, con la batería y el bajo, esos dos son mis primeros instrumentos, y es curioso porque son los que menos estoy tocando ahora, me convertí más en un guitarrista. Pero sí, espero poder explicar que con cada uno de estos instrumentos tengo esa comunión, ese lugar donde no estoy pensando y donde estoy conectado con el instrumento.
Un baterista tiene la obligación, la necesidad de desarrollar la independencia en sus extremidades; con esta mano hace una cosa, con la otra toca algo distinto, y lo mismo en las piernas, ¿cómo crees que se traduce eso en tu forma de pensar, de sentir y de actuar, de vivir en general?
Está increíble eso; así es. Como una mano haciendo una cosa y la otra haciendo completamente otra. Mi cabeza anda así, como cuando estoy tocando la batería; en la escuela a mi mamá le decían que no me lograba concentrar, ya estaba tocando, no estaba tratando de hacer la tarea. Tenía los lápices y estaba tocando la batería o hacia ritmos en el pupitre de la escuela. A veces estoy así en el proceso de hacer una canción, una parte mía está pensando en qué quiero decir con la escritura, pero otra se está imaginando la línea de bajo, y en otro momento estoy pensando, “tal vez debe ser una canción que nada más tenga cuerdas y vaya con un melotrón”. Entonces, como que hay demasiadas cosas circulando; afortunadamente, ahora tengo otros ejercicios para poder aterrizar, y por eso siempre me ha servido mucho trabajar en equipo. Me gusta mucho trabajar en equipo porque eso me da tierra, puedo concentrarme mejor, o compartir la idea y que alguien me ayude a aterrizarla.
Me gusta apreciar cuando puedo ver a otro músico haciendo cosas que técnicamente son muy complejas, y digo, “¿cómo será el cerebro de esta persona?”; resulta muy interesante ese tipo de cosas. Cuando veo a alguien así me llama mucho la atención, y me interesa saber pues cómo creció, qué oyó, qué come, qué le decían, cuáles son sus miedos, qué nivel de ansiedad tiene, cómo maneja su vida, me resultan fascinantes e interesantes esas cosas.
¿Qué querías decirle al mundo con tu álbum solista? ¿Era una tarea pendiente?
No, me seduce la evolución, no me gusta quedarme en una sola cosa y convertirme en una caricatura de mí, como lo he observado en otros colegas. Le saco mucho a eso, le doy mucha distancia cuando veo a alguien que ya se cree su personaje y está montado en esa, que no hay manera de sorprenderte, y que sigue haciendo la misma cosa, no sé… Creo que, tal vez, llegará un momento en el que, no sé si tenga que ver con una madurez o la edad, ya sumas el catálogo que tienes y digas, “Este soy yo, esto es lo que hay, y lo voy a tocar de aquí a que trascienda”, me refiero trascender en esta tierra, como el día que te mueras.
Mientras sienta que tengo algo que decir, algo para incomodarme y aprender, voy a seguir experimentando. A mí me gusta eso, me gusta no comprarme la de “ya tengo este catálogo, ya me va bien, ya puedo hacer tantos shows al año, nada más le doy un poco más de gasolina sacando un sencillo, encontrando una colaboración”.
Me gusta pensar que estoy al servicio de la música, eso me emociona, cómo puedo realmente hacer esto, porque la música me ha dado demasiado. Yo no sé qué sería de mí si no tuviera la música.

Molotov ha sido siempre una banda que toca muchos asuntos sociopolíticos, pero en tus otros proyectos ese aspecto no es tan relevante, ¿qué perspectiva tienes de la relación entre la política y el arte?
Es una relación muy importante porque mueve muchas cosas, yo me he mantenido a distancia con mi postura política o religiosa, a mí me ha gustado no involucrarla en un mundo donde, además, como se dice en México, ningún chile se les acomoda. Si ahorita fuéramos a comunicar que tú y yo estamos interesados en donar un riñón por algo lindo, nos van a decir, “¡Ay!, ¿cómo se te ocurre donar tu riñón si has bebido alcohol, o si comes cabrito?” [Risas] No sé…
Pienso que he pateado el pesebre desde otros lugares, ha tenido que ver con otras cosas, me ha gustado lo que se ha provocado, nunca hice la música tratando de provocar algo, y durante muchos años me ha gustado sentir, ver a la gente emocionada con lo que hago y conectada con sentimientos lindos, verlos reír, bailar o llorar. Hay algo en eso que me gusta mucho, me voy a dormir con una sonrisa, tranquilo.
Hay muchos músicos que me gusta mucho cómo lo encaran. Yo creo que debes tener una bandera muy clara, y saber cómo la vas a defender, y cómo te vas a meter en ese rollo, y qué vas a causar ante un discurso político o religioso.
En una mesa familiar, cuando se empieza a tocar un tema político o religioso, en mi experiencia, nunca termina linda. Desde hace años yo he tomado otro camino con la música; si un día encuentro la manera, y tengo algo muy claro que quiero decir, y puedo salir a defenderlo a muerte, lo haré. Ya siento que hay bastante mala energía, yo quisiera más buena energía, eso es lo que me gusta generar con la música.
Entradas Recientes
- La banda sonora de ‘Tony Hawk’s Pro Skater’: géneros, canciones, cifras e influencias
- Jennie de Blackpink se derrite en 'Hot Ones', dice Jisoo lo aplastaría
- Mirá el nuevo videoclip de Jack White: “Archbishop Harold Holmes”
- Liniers & Kevin Johansen: Música para mirar
- El concierto de París de Miley Cyrus para Spotify's Billions Club Live: Review
- Salieron a la venta latitas de té con el ADN de Ozzy Osbourne
- De Juana Molina a Dillom y de Los Espíritus a Kumbia Queers, una muestra repasa la gráfica musical argentina en el siglo XXI
- Chase Varnes impresiona con la portada de Ed Sheeran en 'America's Got Talent'
- John Lydon arremete contra sus ex compañeros de Sex Pistols
- Gloria Trevi: ¿Rendirse? ¡Jamás! – Rolling Stone en Español
- Aquí es donde comprarlos
- Los músicos de Pearl Jam podrían haber muerto en un submarino
- Doritos® nos transporta a un planeta disruptivo, auténtico y curioso
- La refrescante 'dieta Pepsi' de Addison Rae lleva a los fanáticos a 'Addison'
- Ellefson extraña a Dave Mustaine: “Vivimos una vida muy interesante juntos”