Bong Joon-ho, Robert Pattinson y Naomi Ackie reflexionan sobre ‘Mickey 17’, una comedia de ciencia ficción distópica y delirante


En febrero de 2020, el cineasta surcoreano Bong Joon-Ho se subió al escenario del Dolby Theatre para regalarnos un instante que persiste en la memoria como un último regusto feliz del mundo pre-pandémico: el momento en que su sátira Parásitos se convirtió en la primera película de habla no inglesa en ganar el premio máximo de la Academia. Oscarizado y con Hollywood a sus pies, creció la expectativa por lo que filmaría a continuación. ¿Qué podría conjurar la imaginación de Bong con la libertad que habilita un cheque en blanco?

La respuesta, que ya llegó a las salas de cine, se llama Mickey 17: una comedia de ciencia ficción protagonizada por Robert Pattinson en la que el director se sirve de un presupuesto multimillonario para preguntar repetidamente cómo se siente haber muerto. Así como suena: Pattinson encarna a un lumpen de una colonia espacial que debe sacrificarse en misiones cada vez más letales. Poco importa si no las sobrevive: en el universo del film existe la “impresión humana”, capaz de regurgitar otra iteración suya con sus recuerdos intactos. 

“A pesar de haber tratado la muerte en varias de mis películas, siempre me detuve ante las preguntas difíciles”, cuenta Bong a ROLLING STONE Argentina por videollamada de Zoom, acompañado por Pattinson y Naomi Ackie. “Como en Mickey 17 la cuestión ocupa un lugar central, pensé que sería mi oportunidad para reflexionar finalmente al respecto. Pero terminé dando un salto y preguntándome cómo se sentiría recordar la experiencia y describirla. Sigo evitando el tema”.

“Todos los personajes le preguntan a Mickey cómo se siente morir”, intercede Pattinson. “Pero, en el fondo, lo que realmente le están preguntando es qué significa estar vivo. Creo que, de una forma extraña, Mickey tiene una comprensión bastante profunda de eso, pese a ser un personaje aparentemente simple. El sabe que va a amanecer, transitar su día, morir y empezar de nuevo. De eso se trata la vida”. 

No sería errado señalar que Bong asumió el concepto de las reiteraciones con fluctuaciones ligeras en su propia dramaturgia. En Mickey 17 reaparecen todas sus obsesiones recurrentes: el futuro entendido como distopía inhóspita y gélida (Snowpiercer, 2013), el respeto a los animales en tanto son seres sintientes (Okja, 2017) y, por supuesto, la omnipresencia de un sistema fundado en la asimetría de clases (Parásitos, 2019). ¿Intentó, con este proyecto, sintetizar su obra y trascenderla?

“Los músicos mantienen el mismo color, tono de voz y forma de cantar. Por eso la gente los escucha: porque quieren oír lo que ya conocen de ellos. Siento que la relación que sostengo con mi propia audiencia es similar. Hay temas que se repiten en mis películas, porque tengo la aspiración ambiciosa de ser mi propio género. Al mismo tiempo, siempre intento hacer algo nuevo, porque sería inútil realizar una obra que no aporte algo diferente”, explica el cineasta.

“Este es mi tercer largometraje sobre monstruos, y con los creepers quise calar un poco más hondo que antes”, profundiza el director. “Pero el desafío nuevo del proyecto, sin dudas, fue el personaje de Mickey: es singular en un modo novedoso. Es un tipo de clase trabajadora, atrapado en circunstancias miserables, antiheroico y hasta un poco tonto. Pero lo importante es que en realidad no es tan tonto como cree, solo se auto-percibe de esa manera. Cuando finalmente aparece su versión mutante #18, termina creciendo y descubriendo mucho de sí mismo, y en ese sentido considero que Mickey 17 es el primer coming of age que hice. Por eso cambié el título de la novela de Edward Ashton, Mickey 7. En muchas sociedades, el número 18 implica el paso a la adultez, y este es un relato iniciático, en donde el protagonista cruza esa línea hacia la madurez”.

Robert Pattinson en una escena de ‘Mickey 17’ (Gentileza Warner)

Pattinson escucha atentamente, antes de tomar la palabra para ahondar sobre el delineamiento de sus dos personajes. Por el mero hecho de haber dado sus primeros pasos en el universo Twilight, su propia juventud se desarrolló bajo grados incalculables de escrutinio: fue objeto de hormonas revolucionadas tanto como lo fue de la fanfarronería patriarcal de los años dos mil. Hoy, gracias a sus colaboraciones con autores como Claire Denis y David Cronenberg, nadie duda de su talento, pero cabe destacar que su actuación dual en Mickey 17 es estupenda. No solo esculpe sobre su propio cuerpo para distinguir a un Mickey de otro, sino que calibra las intensidades de ambos para que las dos interpretaciones logren armonizar. 

“Creo que la esencia del personaje es que, a pesar de la situación extrema en la que se halla sumido, sigue adelante. No es respetado ni recompensado, y la gente le dice que es un inútil, pero hay algo en su carácter que le impide escuchar esas palabras o dejarse afectar por ellas”, dice Pattinson. “Es un rasgo interesante porque cualquier persona en su lugar enloquecería o se apagaría, pero Mickey solo dice ‘está bien’ y vuelve a su trabajo. Me recuerda a un personaje de dibujos animados, y así lo interpreté: es alguien que repite el mismo día una y otra vez, esperando un resultado diferente. Quizás ni se pregunta cuál será el resultado”.

“Aunque Mickey cambia, su esencia sigue siendo la misma”, agrega Ackie, antes de extenderse sobre Nasha, el personaje que ella encarna. “Las personas cambian con los años, pero si amás a alguien de verdad, lo amás a través de todas sus etapas; los elementos reconocibles persisten en el tiempo, y terminan pesando más que las cosas que resultan molestas”.

“Nasha es como un resorte a punto de saltar: puede atacar o amar a cualquiera en cualquier momento. Pero lo que me convocó de ella fue su capacidad de ver a un ser humano como un ser humano. Es la única que reconoce que Mickey es tan digno de respeto y amor como cualquier otra persona. Para mí, el gran mensaje de la película es que nadie es desechable y todos tenemos valor. Mickey representa a aquellos que son ignorados por su posición en la jerarquía social, pero las jerarquías no existen. Es algo que inventamos nosotros”.

Mickey 17 no es la primera película de Bong en lidiar con la estratificación de la sociedad, pero su valor añadido reside en que habilitó una serie de imágenes, escenas y decisiones formales nuevas en su director, que son exclusivas a esta película. Hay una cena particularmente memorable, y una interlocución entre especies en donde la imaginación del cineasta se siente completamente desatada y libre. 

“Bong es muy avanzado en su forma de pensar y de crear”, sigue Ackie. “Una de las secuencias más grandes fue la que hicimos en la prisión. Nos habrá tomado una semana de rodaje, porque era una escena complicada por su iluminación. La luz tenía que atravesar las rejas de cierta manera. Ahí pude ver lo meticuloso que es Bong. Hay un detalle increíble, y no sé qué tan perceptible es en el corte final, pero esas celdas tenían botellas gigantes con la forma de esos dispensadores de agua que tienen los hámsters en sus jaulas”. 

Aunque filma la mitad del tiempo en Estados Unidos, la profusión de estas imágenes podría articularse fácilmente con el presente de Corea. ¿Es justo caracterizar a Bong como alguien distópico, o es acaso un maximalista que satiriza cuestiones que se presentan inherentemente en la sociedad de su país? En diciembre del año pasado, el autogolpe de Yoon Suk Yeol fue respaldado por todo un andamiaje de iglesias evangélicas y grupos reaccionarios. Hasta algo a priori positivo, como el impacto del hallyu en la hegemonía cultural, se correlaciona con una sociedad altamente verticalista: la opresión sigue existiendo, pero de las fronteras para adentro.

Satírico o distópico, Bong no descuida la especificidad norteamericana de Mickey 17: el personaje de Mark Ruffalo satiriza con muchísima claridad al presidente de los Estados Unidos (si vio la película, es probable que Trump se haya arrepentido de aquel tweet en el que dijo que Pattinson no debería volver con Kristen Stewart). ¿Por qué, en cualquier caso, reserva el registro de la ciencia ficción explícita para sus producciones occidentales?

“Cuando no trabajo en mi lengua materna, me siento más seguro dentro de los márgenes de la ciencia ficción, ya que el género permite trascender la nacionalidad y el idioma para abordar la esencia de la humanidad de una forma más directa. Si tuviera que escribir una película sobre una familia madrileña en 1954, me sentiría muy ansioso. En cambio, cuando trabajo dentro del marco del género, siento que puedo ir más lejos con la sátira y abordar historias universales. La gran atracción de la ciencia ficción es que te permite presentar problemas de nuestro tiempo, pero pretendiendo que están sucediendo en el futuro. Esto permite ofrecer una representación desnuda de lo que estamos viviendo ahora mismo”, concluye el cineasta.

Empezar

Give us a call or fill in the form below and we will contact you. We endeavor to answer all inquiries within 24 hours on business days.